CAPÍTULO 68

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POV KARLA

Normalmente al terminar el trabajo en la cocina, me quedaba a comer allí, pero esta vez no. Esta vez quería ver a Daniela, por eso me dirigí hacia la caseta donde se estaba quedando, pero al parecer, no se encontraba, llevaba varios minutos tocando a la puerta y nadie respondía. Tampoco escuchaba nada en el interior.

Las pulsaciones de mi corazón se ralentizaron al desaparecer la emoción que sentía por volver a ver a la ojimarrón. Pero no podía desanimarme, tenía que buscarla, a pesar del consejo de Samantha de dejarla un tiempo para pensar, estaba decidida a hablar con ella, decirle que no existía nada entre Leo y yo y que sentía mucho haberla mentido, también debía disculparme por haberla alejado desde que estuvimos de vuelta en el campamento.

Sabía que ella sólo había estado preocupada por mí, sin embargo, yo no dejé que se acercase porque no quería que me viese de esa manera. Estaba avergonzada por todo lo que había pasado y todo lo que había tenido que ver, pero en lugar de tratarla como lo hice, debí hablarla, explicarle mi situación. Ahora me arrepentía de no haber hecho aquello cuando debía.

Cuando decidí que ya había sido suficiente el tiempo de espera frente a la puerta de la caseta, me dirigí hacia el comedor del módulo cinco, ya que allí fue donde la vi ayer. No tenía idea de si allí comía cada día junto a los soldados, pero era la única opción que tenía, por lo que no dudé mucho en dirigirme hacia allí.

Apenas me quedaban unos pocos metros para llegar al edificio que ya veía delante de mí, cuando escuché un ruido que cada vez se iba acercando más y más. Se me hacía extrañamente familiar y no lo reconocí hasta unos segundos después.

Era el mismo sonido que el del motor del avión donde los soldados viajaron hacia Alemania. Mi primer instinto fue el de correr hacia el módulo y buscar a los demás para ir a revisar si en verdad eran ellos.
Sin embargo, no me dio tiempo a entrar cuando vi Rocco saliendo, iba con las muletas caminando tan rápido como se lo permitían, tras él, más personas curiosas salieron al patio.

El soldado al verme se acercó a mí y cuando le vi inclinar la cabeza hacia arriba, yo también lo hice. Pocos segundos después, la silueta de un avión iba apareciendo entre las nubes.

        —¿Qué es eso? —Del medio del avión aproximadamente, había visto dos cosas colgando, pero no pude reconocerlas antes de que desapareciera de mi vista.

        —¿Lo has visto? —Asentí a la pregunta del hombre—. Le dije a Nevin que si llegaban aquí sin problemas que colgaran dos mochilas y una si habían sido interceptados o secuestrados. Al parecer, todo va bien. —Devolví la sonrisa al soldado y me hizo que lo siguiese hasta la pista donde había aterrizado el avión.

        —¿Son ellos? —Al parecer, todos se habían enterado. Había un gran tumulto de gente y entre ellos, Samantha y Katy, que se acercaron a nosotros preguntando.

        —Si. —No hizo falta explicarles cómo lo sabía, ya que todos miraban a la compuerta lateral del avión que empezaba a abrirse.

Flavio y el resto de soldados comenzaron a bajar, todos llevaban el mismo uniforme y grandes maletas con ellos. En un principio parecían confusos al ser recibidos por tanta gente, algunos, al reconocer de quién se trataba, se marcharon, otros, como nosotros, nos acercamos varios pasos a ellos para que fueran capaces de vernos.

        —Hey. —Nevin fue el primero en llegar a nuestro lado y saludarnos a cada uno con un abrazo.

        —Bienvenidos. —Sonreí al saludar a Flavio una vez le tuve de frente mientras Nevin seguía saludando a los demás. Lo que no esperé es que unos fuertes brazos tiraran de mí en un fuerte abrazo.

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