CAPÍTULO 48

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POV SAMANTHA

Después de unos días en la enfermería me encontraba eufórica de, al fin, poder salir, tampoco era necesario que estuviese todo el tiempo en cama, aunque no podía ponerme mucho tiempo de pie, no me importaba, ir en la silla de ruedas me brindaba mucha más libertad de la que tenía antes.

Veía a los niños correteando y por un momento lamenté haberme involucrado en el secuestro de los tenientes, por culpa de eso estaba en esta silla, pero, por otro lado, me sentía orgullosa por haber podido ayudar en algo tan importante para este lugar. Quería recuperarme rápido y estaba deseando que cicatrizase la herida, aunque la rehabilitación seguramente que no fuese nada sencilla, me esforzaría al máximo para volver a la normalidad cuanto antes.

       —Tenemos algo que deciros, más tarde lo hablaremos con el resto, pero primero me gustaría saber vuestra opinión. —Daniela estaba sentada en el respaldo del banco, tenía con los brazos rodeada a Karla quien estaba sentada más abajo entre sus piernas.

      —Hemos pensado irnos de aquí, Daniela tiene pensado un lugar donde podríamos ir, pero queremos saber vuestra opinión. —La verdad es que esta declaración me tomó por sorpresa. Desde luego que no pensaba que nos quedaríamos aquí para siempre, incluso antes de venir, comentamos que este lugar sólo sería temporal, pero aquí estábamos seguras y pensé que querrían quedarse.

      —Yo no tengo inconveniente, pero… —Dejé la frase al aire y señalé mi pierna, no creía que en este estado llegase muy lejos, si nos topábamos con algún infectado, no podría ser de ninguna ayuda. Aquí al menos podría recuperarme mejor, sin embargo, si salíamos lo único que harían sería ponerse en peligro por mi causa y eso no lo permitiría.

      —No te preocupes, ya habíamos pensado en esperar a que te recuperaras, solo queríamos saber si os queréis ir o quedaros aquí. —Mi amiga me conocía demasiado bien. Sabía que lo más seguro era que quisiera irme y había pensado en mi pierna, sabiendo perfectamente que, si no estaba bien, no los acompañaría para no causar problemas.

      —Si esperamos hasta que Samantha esté bien, nosotras también vamos. —Las palabras que salieron de la boca de mi novia me hicieron mirarla. Ella me sonrió y yo la respondí de la misma manera. Ella no se iría de aquí si no lo hacía yo.

Pensaba que, en este lugar, todos nos sentíamos un poco asfixiados, no es que estuviésemos encerrados, al menos, no ahora, pero nos habíamos acostumbrado a toda la acción fuera, a buscarnos la vida y ayudarnos entre nuestro grupo, que, estar aquí, nos agobiaba.

      —¿Y dónde has pensado ir? —Tenía curiosidad por saberlo, Karla dijo que Daniela había pensado en un lugar. Al mirar a mi amiga, ésta me sonrió.

      —El chalet en Ribarroja de mi abuela. —Claro, tenía que ser ese lugar. No sabía cómo no se me había ocurrido antes.

El chalet al que hacía referencia, era una casa de campo bastante amplia que constaba de tres habitaciones, salón comedor, cocina y cuarto de baño, tenía un garaje adosado al lado y una barbacoa en otra habitación fuera de la casa. Todo rodeado por dos terrenos separados y una piscina. Uno de los terrenos tenía varias plantaciones y el otro estaba completamente lleno de árboles frutales de todo tipo. En esa casa tendríamos cuánto necesitásemos para pasar el virus.

Lo mejor de todo, estaba aislada del pueblo. Ribarroja quedaba a unos diez kilómetros. aproximadamente y para llegar hasta allí, tenías que seguir un camino de arena con los cactus como los únicos compañeros. También podías ver alguna casa que otra, pero todas alejadas entre sí.

La única casa que se encontraba cerca, era un chalet en el que los dueños eran unos señores mayores bastante agradables. Su vivienda estaba pegada a la nuestra y sólo un muro de piedra y una valla nos separaba, pero suficiente como para que los infectados no pudiesen traspasarla.

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