POV KARLA
En cuanto Daniela abandonó la habitación, sentí el frío de su ausencia y cambié de posición en la cama, abrazándome a esa parte de la almohada sobre la que había estado recostada, reconociendo de inmediato su fragancia.
Si, desde el primer roce sabía que estaba conmigo, algo hizo que me despertara rápidamente de la pesadilla que nuevamente me acompañaba y en el primer momento que sentí algo tocarme me tensé, pero me relajé al reconocer el aroma. No quise hacer ningún movimiento y fingí dormir para que no se marchase. La necesitaba conmigo y no me había dado cuenta de cuánto hasta que sentí su calidez rodearme.
Sus manos acariciándome con tanta delicadeza me adormecían y por mucho que tratase de quedarme despierta, al final, el sueño pudo conmigo. Fueron varias veces las que me desperté en mitad de la noche y en cada una de ellas sentía las manos de Daniela protegiéndome. Ella no parecía dormir y eso me inquietó un poco, quería darme la vuelta y abrazarme a ella, pero esa idea quedó descartada cuando caí en cuenta que a ella no le agradaría en absoluto, por lo que no me quedó más opción que resignarme y seguir disfrutando de este momento, durase lo que durase.
Daniela no quería quedarse conmigo, por eso se había marchado intentando que no me enterase, sólo vino para cuidar de mí. Quizá pensase en mí como una obligación y estaría deseando que me recuperase para no tener que verme más.
Sentí una opresión en el pecho y empecé a llorar aferrándome más fuerte a la almohada, al darme cuenta de que era eso, ya no sentía ningún amor por mí, solo me cuidaba por lástima.
—Buenos días, ¿cómo estás hoy? —Me senté en la cama rápidamente cuando Katy llamó a la puerta. Ayer me dijo que lo haría tres veces para que supiera que era ella y no me asustase. La morena puso un gesto preocupado al ver mis ojos rojos, aunque hubiese dejado de llorar hace rato, aún se notaba en mi rostro que lo había hecho.
—Bien… —Realmente no sabía que más contestar, ella debía dejarme de preguntar estas tonterías cada vez que me veía.
—Vale —dijo escuetamente—. ¿Vamos a desayunar? —Negué con la cabeza, sabía que tenía que comer, llevaba demasiado tiempo sin hacerlo, pero cada vez me sentía con menos apetito.
—No me apetece, gracias. —Intenté sonreírle a mi amiga y ella asintió con la cabeza marchándose de la habitación.
Me levanté despacio para tomar el bote de pomada que me trajo Leo después de su turno y me senté en la cama para esparcirlo, tanto en el cuello como en las piernas, si seguía así en poco tiempo ya no quedaría ni un solo rastro de estas horribles marcas en mi piel. Ya veía cómo iban desapareciendo más rápido de lo habitual y agradecía internamente al médico por dármela.
Estaba pensando en los brazos de Daniela y cuánto los extrañaba y unos minutos después volví a escuchar tres toques en la puerta.
—Sé que me has dicho que no tienes hambre, pero es mi deber como amiga cuidarte, así que, por favor, come algo. —Agradecía de verdad estos gestos que tenía conmigo, pero no podía comer teniendo el estómago cerrado.
—Katy, no puedo, no me siento bien y si como algo terminaré echándolo, pero te agradezco si me das un poco de agua, siento la garganta seca. —Mi amiga bufó molesta, pero terminó aceptando y entregándome la botella de agua que había traído con el resto de cosas.
—Al menos da un sorbo al café —Negué con la cabeza—. Cabezona —murmuró, pero llegué a oírla y la di un golpe en el brazo.
—Te he oído. —Ella riendo se sobó el brazo y ante su gesto de fastidio solo pude terminar por sonreír también.
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Infected
Random¿Qué pasaría si un día tu vida cambiase radicalmente? Nada de lo que conocías vuelve a ser como antes y todo, a causa de un virus. Un virus que no se había visto antes. Un virus que en lugar de causar tos o fiebre, hace que la gente se convierta en...