CAPÍTULO 15

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Cuando terminamos de comer, mi madre nos llevó a lo que sería nuestro piso, para llegar a él subimos por las escaleras una planta, ésta no tenía barandilla, por lo que tuvimos que ascender con cuidado de no caer. Todo tenía un aspecto un poco tétrico, en lo alto de las escaleras, el pasillo se dividía en tres, uno iba hacia delante y los otros dos hacia los lados. No había ventanas por lo que estaba todo oscuro, la única luz que había era la de la pequeña ventana que estaba a mitad de las escaleras y que, gracias a ella, pudimos subir tranquilamente, sin embargo, no era suficiente para dejar ver bien el pasillo, al fondo de ellos no se veía nada.

        —Bueno, estos serán vuestros pisos —Se detuvo frente a una puerta marrón oscura o negra, no podía distinguir bien, con el número 16, la dejó abierta para luego dirigirse a la puerta de enfrente con el número 17 en ella y hacer lo mismo—. Las casas en la planta de arriba están vacías, en ellos guardamos todos los muebles que no están en mal estado del resto de pisos, podéis coger cualquier cosa que necesitéis, lo mismo si os sobra algo, podéis dejarlo allí también.

        —Ehm… mamá, siento decirte esto, pero… no vamos a quedarnos mucho —Mi madre me miró decepcionada y luego miró al suelo—. Los padres de Samantha y el hermano de Valeria están en Madrid, también quieren saber si están bien. Decidimos entre todos venir aquí primero, pero en un par de días como mucho tendremos que marcharnos. —Me costaba decirle estas palabras a mi madre, quería estar con ella, pero, no podía ser egoísta, los demás también querían saber de sus seres queridos y, después de todo lo que han hecho por mí, no podría defraudarles. De todos modos, en un futuro podríamos volver, siempre querré seguir sabiendo de ellos.

        —Está bien, lo entiendo —Al fin me miró de nuevo—. Es solo que… creí que habíais venido para quedaros, pero no pasa nada, lo entiendo. —Me dirigió una sonrisa y no dudé en lanzarme a sus brazos, la extrañaría muchísimo cuando me fuese, así que, estos días que tenía con ella los aprovecharía al máximo.

        —Vamos a volver, no te preocupes y, aún queda un tiempo hasta que nos vayamos, así que no tenemos que despedirnos todavía.

Después de dejar las cosas en los dos pisos y repartirnos, mi madre junto con Dochka, decidieron acompañarnos para hacernos un tour por la urbanización. Los edificios de una fila eran de color azul mientras que los otros, eran amarillos, por algo se llamaba anteriormente “El Parchís”. Aunque se veían bastante bien, aún necesitaban una mano de obra en ellos.

Ya que no había ascensores, habían dejado los pisos superiores para guardar las cosas que no se quieran usar, así los demás siempre podrían coger lo que querían o les hacía falta. Me fijé en que la mayor parte de las viviendas eran ocupadas por familias, mi madre nos fue indicando algunas de las que conocía bien, aunque de la mayoría yo no había escuchado ni hablar antes.

Una de las puertas llamó mi atención, ésta estaba pintada con muchos colores, parecían garabatos de niños y también tenían huellas de manos.

        —Este piso es exclusivo para los niños. Lo dejamos completamente vacío a excepción de algunos juguetes para que pudieran jugar a sus anchas —Mi madre nos explicó ya que vio la curiosidad escrita en nuestros rostros. Abrió la puerta y pudimos corroborar sus palabras, no se veía ni una sola silla o estantería, solo había un par de mesas pequeñas con folios y colores encima, unas pelotas tiradas por ahí y varios muñecos—. Decidimos dejarlo así ya que hay muchas familias que tienen niños pequeños y, cuando llegamos aquí, había muchas cosas que hacer, por lo que necesitábamos un lugar donde estuviesen a salvo para que pudiesen entretenerse sin tener que estar con ellos. Aquí juegan, ríen, cantan, pueden hasta gritar si quieren, por eso elegimos un edificio en una planta alta y centrado, para que no llamen la atención de los que rondan fuera de la urbanización. —Terminando la explicación, mi madre nos guio fuera para seguir con el recorrido.

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