CAPÍTULO 63

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El día siguiente llegó y Leo se tuvo que ir a trabajar dándome las gracias por todo el apoyo. Cuando le comenté de quedarse conmigo a dormir, al menos por un tiempo, él aceptó gustoso, la verdad era que no quería dejarle solo lamentándose por lo de su abuelo y él tampoco parecía quererlo.

        —Buenos días —saludó mi amiga mirando hacia la cama donde ayer estuvo Leo—. ¿Se ha marchado? Le había traído también el desayuno —explicó haciendo un puchero.

        —Si. Tenía que irse a trabajar. Pero podrías desayunar conmigo. —Ella asintió con la cabeza y tomó asiento a mi lado tendiéndome una de las bandejas.

Arrugué un poco la nariz cuando al abrir la tapa vi que era un desayuno común, quise decirle algo a mi amiga, pero no me parecía apropiado, al fin comía bien y no era necesario que se molestase tanto para abrirme el apetito. Bastante había hecho durante esta semana.

        —A la hora de comer no hace falta que me traigas la bandeja —Mi amiga levantó la vista y me miró a los ojos confusa—. Quiero unirme a vosotros si no os importa, creo que va siendo hora de salir de aquí. —Mi amiga me sonrió y elevó las manos al aire de manera exagerada.

        —¡Al fin! —gritó haciéndome imposible evitar reír por sus gestos y después se acercó a dejar un beso en mi mejilla.

Pasamos la mañana charlando animadamente y antes de la hora de comer, Leo apareció trayendo algo de ropa en una mochila, le comentamos de ir al comedor y aceptó en seguida.

Mientras nos preparábamos para salir, comencé a sentirme nerviosa. Estaba alegre por ver a todos, en especial a Daniela, que seguro estaría ahí, pero por una parte no sabía cómo debía reaccionar al verla. Me moría de ganas por hablarle y empezar un acercamiento con la morena, pero no estaba segura de lo que querría ella, notaba cómo la seguridad que tenía en la noche se iba desvaneciendo poco a poco.

El timbre resonó fuerte por el pasillo y salimos, unos pasos después, escuché unas risas detrás de nosotros y no pude evitar mirar, una chica rubia de ojos claros salía de la habitación de Daniela riéndose.

Mi pecho se contrajo y el estómago se me revolvió cuando una mano tiró de ella al interior de la habitación cerrando la puerta de golpe.

No quería pensar en lo que pudieran estar haciendo Daniela y esa otra chica en la habitación, pero era demasiado tarde, una lágrima caía por mi mejilla y Leo la secó con la mano un poco confundido mientras Katy cerraba los puños furiosa, ella también sabía a quién pertenecía ese dormitorio y seguro pensaba lo mismo que yo.

        —Vámonos. —Les supliqué. No quería oír lo que posiblemente sucedería después.

        —Pero… —Katy anduvo un paso en dirección al cuarto donde había entrado la chica, pero la detuve. Daniela había elegido estar con otra persona y aunque me doliese en el alma, en el fondo lo comprendía, sabía perfectamente que esto podría suceder y no quise pensar en ello. La morena no iba a ser capaz de olvidar lo que pasó con Tony y por ello, no podía estar conmigo.

Tampoco había ayudado nada mi comportamiento hacia ella, yo la había alejado en varias ocasiones en lugar de haber hablado de la situación. Quizá todo hubiese sido distinto ahora.

Sintiendo todo el dolor en mi pecho y sin ningún apetito, nos encaminamos nuevamente al comedor, Raina y Astrid charlaban en la mesa junto a Luke y María, Valeria también se encontraba con su madre y Samantha quien miraba en nuestra dirección sorprendida de verme.

        —Cuánto tiempo. Me alegro de que al fin aparezcas. —Sonrió mientras me tomaba entre sus brazos. Me tensé un momento y respiré profundo, tenía que dejarme llevar, esto era un acto normal en mí antes de que todo sucediese y tenía que superarlo y volver a mi vida.

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