CAPÍTULO 70

20 2 0
                                    

POV SAMANTHA

        —Ven. —Katy me tomó de la mano una vez salimos de la habitación de Karla. Erika se quedaría con ella por lo que tendríamos un tiempo a solas.

        —¿A dónde vamos? —Le pregunté cuando vi que me guiaba hasta el final de los pasillos.

        —Tú sígueme. —No protesté más y me dejé llevar por mi novia hasta que llegamos a una habitación al fondo—. Aquí era donde vino Daniela después de cambiar de habitación, por lo que está vacía y… alejada del resto. —Una corriente eléctrica pasó por mi espina dorsal cuando escuché el tono sensual de la ojiazul al decir lo último. Después de la interrupción que habíamos sufrido minutos atrás, mi cuerpo aún reaccionaba con demasiada facilidad a ella.

        —Por cierto, ¿crees que ellas dos hayan podido arre…? —Mientras entraba detrás de Katy, no pude evitar pensar en la ojiverde y preguntar, pero fui interrumpida por unos labios ansiosos estampándose contra los míos. La puerta se cerró tras de mí y no tardé en corresponder el beso cargado de lujuria que me ofrecía.

        —¿De verdad quieres hablar de Karla y Daniela ahora? —Mi novia se separó de mí y me dedicó una mirada llena de deseo.

        —¿Karla y Daniela? ¿Quiénes son? —La sonrisa que se formó en los labios de la ojiazul antes de volver a acercarse a mí, me decía que había acertado con mi respuesta.

Nuevamente nuestros labios se unieron, no era como otras veces, lento y tierno. Aunque seguía predominando el amor en él, éste era mucho más brusco y deseoso, me encantaba. Nuestras lenguas no tardaron en encontrarse a medio camino entre las bocas, antes de hacer su trayecto al interior de mi cavidad. Katy inclinaba su cabeza para tener un mejor acceso y yo sujetaba su cintura acercándola más a mí.

        —Quie… quiero que me folles. —Estaba tan caliente que cuando escuché, de mi novia, salir esas palabras entrecortadas y agitadas, no pude evitar gemir, me encantaba cuando me pedía exactamente lo que quería.

No respondí su pedido, no hacía falta decir una palabra más, simplemente la besé con el mismo fervor que segundos atrás había tenido ella y, mientras nuestras bocas trabajaban, fui empujándola a la mesa que quedaba apoyada en la pared de al lado, menos mal que al menos al entrar, había podido alcanzar a verlo, ya que la guiaba de espaldas y con los ojos cerrados.

Una vez su delgado cuerpo tocó el mueble, la sentí tomar impulso para sentarse sobre ella, pero tenía otra idea en mente y sujetando sus caderas, evité su acción. Ella no protestó, simplemente se dejó hacer y continuó besándome, en este punto sus besos y recordar las palabras anteriores, habían hecho que mi mente se apagara y me dejase llevar por el deseo de sentirla y oírla gritar.

Aquí no teníamos que escondernos, no tenía que ahogar los altos gemidos de mi novia, aquí podríamos dar rienda suelta a la pasión. Ese pensamiento hizo que aún me encendiera más y abandonase sus carnosos labios, hinchados por la brusquedad de los besos y tomara su cuello.

Chupé y lamí a placer justo en el punto en el que sabía, le encantaba. Que ella no quisiese tomarse las cosas con calma como en otras ocasiones, no significaba que no pudiese tomarme mi tiempo en los preliminares. Me encantaba el sabor de su cuerpo, el tacto caliente de su piel y, ante todo, quería disfrutar el momento del que, por ahora, disponíamos.

Su camiseta no tardó en desaparecer de su cuerpo y volar por alguna parte de la habitación. Metí una pierna entre las suyas, haciendo presión en su centro, ganándome el primer gemido de su parte. Dejé una mordida antes de abandonar su cuello y continuar un camino de besos húmedos por su clavícula hasta llegar a la tela del sujetador, no pasaron ni dos segundos, cuando pude sentir la piel aterciopelada y el montículo erecto de mi novia. Ella misma se había quitado el sujetador y no tuve que perder tiempo en ello.

InfectedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora