CAPÍTULO 21

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        —Siento esto, pero se me olvidó la mochila en la otra casa y no tengo nada que ponerme. —Karla salía del baño con un pijama puesto, mientras yo sólo pude quedarme en ropa interior. Ella no dijo nada y apartó su mirada de mí, metiéndose rápidamente en la cama.

En la habitación solo estaríamos ella y yo, ya que Maritza había decidido dormir hoy con Ana y Valeria. Esta noche no entraba ni un atisbo de luz por la ventana ya que la luna había desaparecido, por lo que tuvimos que encender algunas velas. En cuanto las apagué para meterme en la cama, me golpeé en el pie y me aguanté las ganas de maldecir en voz alta.

        —No te asustes, soy yo —Había visto antes de dejarnos a oscuras, que Karla estaba girada mirando hacia mi lado, por lo que nada más acostarme, busqué su cara y acaricié su mejilla hasta llegar a sus labios—. Buenas noches, guapa. —Le di un corto beso en los labios y me separé, no podía verla, pero sí oír cómo suspiró.

        —Buenas noches. —Ella giró dándome la espalda, hice el intento de abrazarla, pero antes de llegar a hacerlo, me detuve, no sabía si ella se sentiría cómoda. Cuando estaba por alejarme un poco, ella tomó mi mano y la guio hasta su cintura, en esta ocasión fui yo la que suspiró feliz, había pasado un tiempo desde que no podía abrazarla y ahora me sentía completa otra vez.

        —No es justo que solo yo esté en ropa interior —Quise bromear un poco, pero cuando noté como ella se tensó, me arrepentí profundamente, ella se incorporó de la cama y yo tuve miedo de haber cometido otra estupidez—. Lo siento, no debí decir nada, pero era una broma, de verdad, no me molesta que estés así, yo… —Quise explicarme para que no se fuera, no podía verla, pero sí escuchaba ruidos y sabía que no se había alejado de la cama. Momentos después, volví a sentir su peso a mi lado y de nuevo, su mano cogió la mía. Cuál fue mi sorpresa cuando en esta ocasión, no hubo ninguna prenda entre nosotras y una sonrisa se formó en mi rostro, éste, había sido un gran paso para ella. Me acerqué a su cuello por debajo del oído y dejé un beso ahí—. Buenas noches. —Feliz por tener a la ojiverde entre mis brazos y de haber solucionado las cosas, cerré los ojos.

Sentí algo recorrer mi cara, iba desde la frente hacia abajo por la nariz, rodeó mis labios hacia la derecha por mi mejilla y volvió a subir por encima de mis ojos hasta llegar al otro lado. Era una agradable forma de despertar y no quería abrir los ojos.

       —Sé que estás despierta —Quise hacerme la dormida soltando un pequeño ronquido, pero tuve que abrirlos al escuchar el sonido más hermoso que podía imaginar y ver una sonrisa igual de encantadora—. Venga dormilona, seguro que nos están esperando para desayunar —Quería quedarme en la cama, no quería tener que soportar problemas de ningún tipo y, normalmente es lo que ocurría hoy en día, quería quedarme todo el día, encerrada con la ojiverde como si nada más existiese. Karla dejó un beso en mi frente y negué con la cabeza—. Bueno, yo me voy que tengo hambre. —En cuanto dijo esto, la castaña se incorporó y yo, para evitar que se fuera la sujeté por detrás haciendo que cayese sobre mí. Karla soltó un adorable gritito por la sorpresa.

       —Me levanto si me das un beso en los labios, si no, me pondré a dormir y no te irás hasta que despierte. —Karla se dio media vuelta mirándome, pero sin retirar mis manos de su cintura que, debido al movimiento habían quedado en su espalda. Cerré los ojos haciéndome la dormida, era agradable tenerla de esta manera y por un momento pensé que sería mejor si no me besara ya que podría disfrutar más tiempo de su cercanía, pero por otro, estaba deseando que uniese nuestros labios, sus besos se habían convertido en mi mayor adicción.

No pasó mucho tiempo cuando la ojiverde me dejó sentir el calor de su aliento y, finalmente, sus labios sobre los míos, pero se separó rápidamente aprovechando que estaba distraída, dejándome con ganas de más.

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