CAPÍTULO 30

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POV DANIELA

Todo el cuerpo lo sentía entumecido y dolorido, la cabeza también parecía que iba a explotarme. Con una mano traté de tocar la zona que más me dolía de la cabeza, pero algo me impidió moverla. Abrí los ojos con bastante esfuerzo y la luz me hizo cerrarlos inmediatamente, quise taparme como un acto reflejo hasta que recordé que había algo que me lo impedía.

Volví a abrir los ojos y, esta vez, logré mantenerlos abiertos, estaba tapada con una sábana, lo que me hizo no saber por qué no podía moverme, traté de soltarme, pero notaba algo sujetarme por cada extremidad de mi cuerpo, gruñí con frustración, no recordaba cómo había llegado a este lugar, intenté pensar, pero ni mi nombre ni mi edad venían a mi mente. Comencé a asustarme y por un momento quise llorar, cuando trataba de recordar algo, un pinchazo me atravesaba la cabeza haciendo que tuviese que dejar de intentarlo.

Escuché ruidos tras la puerta, ésta se encontraba en la pared contraria a la ventana, quedando frente a ella. Exceptuando la cama que estaba en el medio, en la habitación no había ningún otro mueble.

       —Al fin despiertas. —Miré hacia el hombre que había entrado en la habitación y se acercaba hacia mí.

       —¿Dónde estoy? —pregunté con miedo. El hombre era bastante alto y fornido, tenía su cabello rubio rapado con algunas líneas sobre sus orejas que iban hacia atrás. El color de sus ojos no podía verlos debido a la distancia en la que nos encontrábamos, pero sí me pude percatar en el hoyuelo sobre su barbilla. A pesar de no conocerlo y su apariencia, la sonrisa que me mostró, me hizo pensar que no era una persona peligrosa. Además, si quisiera hacerme daño ya tuvo oportunidad mientras dormía.

       —Estás en nuestra casa —Su sonrisa se ensanchó mientras se acercaba más a mí, lo que me hizo querer retroceder—. Tranquila, solo quiero soltarte —Levantó la sábana que me cubría y pude ver que estaba atada con varias correas blancas—. Tuvimos que ponértelas ya que no sabíamos si despertarías como humana ¿Sabes cómo te llamas? —Le miré confundida ¿Había dicho despertar como humana? ¿Cómo si no iba a despertar? No le respondí nada, no sabía que respuesta darle ya que no recordaba nada. Mientras él, seguía quitándome una a una las correas.

       —Ah ¿Ya ha despertado? —Una mujer rubia, también con el pelo rapado por un lado, entró en la habitación, era bastante musculosa e imponente y me dirigió una mirada intensa, el hombre terminó de quitarme las correas y por fin me senté en la cama con dificultad, tenía todos los músculos adormecidos.

       —¿Por qué estaba atada? ¿Quiénes sois? —pregunté bastante nerviosa, toda esta situación no me gustaba nada.

       —Tranquila, teníamos que asegurarnos que no te habías convertido en uno de ellos. —Miré a la mujer confusa, no comprendía nada de lo que me decían ¿En qué tendría que convertirme?

       —Te explicaremos desde el principio, luego, te haremos unas preguntas y nos tendrás que responder lo que puedas ¿De acuerdo? —El hombre hablaba con un tono amable y la sonrisa que tenía desde que le vi no desaparecía, al contrario que la mujer que se encontraba demasiado seria mirándome fijamente.

       —Hace una semana aproximadamente, en una de nuestras salidas, escuchamos el motor de algunos coches, desde entonces, hemos estado buscando a esas personas, hace cuatro días que salimos de nuevo y en una de las calles te encontramos tirada en el suelo, al acercarnos ya estabas inconsciente. Vimos sangre en tu pierna y observamos que tenías una mordedura en tu tobillo derecho. —Al decir aquello la rubia, comprobé lo que me habían contado y me encontré con la zona vendada, no podía ver si era cierto, pero decidí creerles por el momento y seguir escuchando.

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