CAPÍTULO 25

37 16 0
                                    

Inmersa en mis pensamientos, me asusté al ver moverse la puerta y me puse alerta, pero al distinguir la silueta de mi chica solté un suspiro de alivio. La ojiverde se acercó hacia donde me encontraba y se sentó en el sofá a mi derecha, guardó unos minutos de silencio hasta que suspiró y comenzó a hablar.

       —Dices que no sientes nada por ella, quiero creerte, pero hasta Maritza piensa que estás celosa ¿puedes explicarme qué es lo que te pasa? —Como signo de frustración, la chica a mi lado se restregaba la cara con sus manos.

       —No pasa nada, es sólo que no confío en Sandrine, aún no puedo decirte porqué, pero no es nada relacionado con que tenga sentimientos por Maritza.

       —¿Ya no sientes nada por ella? —Karla parecía dudosa al preguntarme.

        —No, y no sé cómo tengo que decírtelo para que me creas. Ella forma parte de mi pasado, eso es todo, si no puedes confiar en mis palabras… esto que tenemos no nos llevará a ningún lado. —Señalé con un dedo entre ambas. Aunque me doliese decirlo, era cierto, para mí era fundamental la confianza, si cada vez que sucedía algo, dudaba de mis sentimientos, no llegaríamos lejos.

No podía verla bien, pero se había cruzado de piernas y parecía pensar en mis palabras con la cabeza apoyada en una de sus manos.

       —No tienes que decirme nada, demuéstramelo. —Su tono de voz salió de manera sugerente, haciendo que todo mi cuerpo temblase mientras la piel se me erizaba.

Antes de que pudiese decir más, ya me había situado de rodillas frente a ella, separé sus piernas y me coloqué en medio. Comencé a acariciar sus piernas desnudas y Karla se echó hacia atrás apoyándose en el respaldo. Gracias a la temperatura caliente de estos días, llevaba unos pantalones cortos, dejándome sentir la piel de sus muslos. Disfruté unos minutos dejando caricias de arriba abajo y ella dejó sus brazos a ambos lados de su cuerpo. No veía sus gestos, pero podía imaginar que cerraba los ojos mientras disfrutaba de mi toque.

       —¡Iiih! —Había metido mis manos entre el sofá y su cuerpo y tiré de sus nalgas con fuerza para atraerla hacia mí, lo que hizo que un gritito agudo se escapase de los labios de la castaña y comenzase a reír.

La ojiverde y yo, habíamos pasado un día bastante distante y necesitaba probar sus labios de nuevo, por lo que erguí mi cuerpo para alcanzarla. La castaña, leyendo mis intenciones, agachó la cabeza y asomó ligeramente la punta de su lengua, a lo que abrí gustosa mi boca para recibirla y la besé con ganas, recorriendo cada rincón de su interior con hambre.

Abandoné su boca, sólo para atacar su cuello dejando algunas mordidas en él y escuchando varios jadeos de su parte. Sus piernas me rodearon cruzándose en mi espalda y haciendo más cercana nuestra unión. Gracias a la postura, podía sentir su entrepierna en mi abdomen haciendo fricción con ayuda de sus manos que se sujetaban del sofá.

Las manos de Karla abandonaron el sofá para tirar de mi cabellera y hacer que nuestros labios se uniesen. Ella, al estar a una altura superior a la mía, tenía que agacharse, mientras que, con la ayuda de mis manos, seguí moviéndola para otorgarla placer.

Nuestras respiraciones cada vez estaban más agitadas debido al esfuerzo y los besos se hicieron más desesperados. En un arrebato, tiré de su labio haciéndola gemir y me separé de ella rápidamente, sin perder más tiempo, le quité los pantalones junto con su ropa interior e hice lo mismo con la parte de arriba de mi pijama. Me coloqué en la misma postura en la que estaba momentos atrás y, al sentir su humedad directamente en mi abdomen, no pude hacer más que cerrar los ojos gimiendo ante el contacto.

       —Hmm… síí —Mi propia humedad crecía con cada jadeo que se escapaba de su boca—. Más... —Ella movía las caderas cada vez más rápido, indicándome que debía estar cerca. Me incorporé y la abracé con uno de mis brazos, dejando la cabeza apoyada por encima de sus senos y la otra mano apoyada sobre el sofá, haciendo fuerza guiándola en sus movimientos cada vez más desesperados.

InfectedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora