CAPÍTULO 56

17 1 1
                                    

POV SAMANTHA

Sentí un dolor agudo en la parte izquierda de mi cabeza e instintivamente fui a tocarme, pero la mano parecía inmovilizada, no me quedó más remedio que abrir los ojos para poder ver qué sucedía. Empecé a inquietarme al ver que estaban atadas, unas cuerdas abrazaban mis muñecas dejándolas amarradas a los brazos de metal de la silla en la que me encontraba sentada.

Cerré los ojos tratando de concentrarme, pero todo en mi mente parecía confuso, no recordaba cómo había llegado aquí y mucho menos dónde me encontraba.
Empecé a mirar hacia los lados buscando una respuesta, pero no reconocí nada, lo único que pude discernir era que no me encontraba en el campamento. Las paredes se veían más contundentes que las de los módulos de allí, además que el lugar donde me encontraba parecía ser un garaje o un sótano ya que no había ventanas, lo único que iluminaba tenuemente el sitio eran unas pantallas estancas sobre el techo.

Las paredes estaban llenas de armarios y muebles viejos de madera bastante desgastados y sucios, ninguno estaba abierto por lo que no pude saber qué contenían. En la pared frente a mí, hacia la esquina de la izquierda, una puerta de metal negra con la parte superior de cristal translúcido, estaba protegido por unos barrotes del mismo material y color que la puerta.

Mientras la detallaba, pude observar la silueta de una persona marcharse.
En un principio tuve la idea de gritar para llamar la atención de esa persona, que me respondieran todas las preguntas que rondaban por mi cabeza, pero después de unos segundos, pensé que lo mejor sería callarme e intentar no hacerme notar.

Continué observando el interior del lugar, no había nada que me diese una pista de donde podía encontrarme. Traté de mover los pies y darme impulso para desplazarme hacia los muebles y buscar si había algo que pudiese ayudarme para salir de aquí, pero mis pies no se movían, agaché la cabeza sólo para darme cuenta que ellos también estaban atados al igual que las manos, pero éstos a las patas de la silla.

        —Mierda— murmuré para mí en voz baja. ¿Cómo podía haber acabado en este lugar? Lo único que recordaba era que estaba en la habitación de Karla con ella y Katy. La ojiazul y yo salimos al baño ya que queríamos tener un momento íntimo, pero antes de llegar… nada, no recordaba nada a partir de estar por el pasillo de camino a los cuartos de baño.

Katy…

Ella estaba conmigo, pero no aquí ¿Estaría bien en el campamento? ¿La habrían raptado a ella también, pero la habían dejado en otra estancia separada de mí? Esperaba que no fuera el caso, al menos quería que ella pudiera estar bien.

Antes de poder seguir pensando, escuché unos pasos acercarse y mi corazón empezó a latir rápidamente, no sabía cuál sería la mejor forma de actuar, hacerme la dormida y que volviesen a marcharse o descubrir finalmente quién era quien estaba detrás de todo esto. Aunque la única persona que pasaba por mi mente era Tony, él ya había amenazado a Daniela, pudiera ser que después de este tiempo hubiese decidido dar un paso más.

Pero él no podía ser, tenían vigilada sin descanso la zona por la que salieron, era imposible que no se hubiesen dado cuenta de su entrada.

Pero me equivoqué. La puerta se abrió mientras estaba perdida en mis cavilaciones y pude observar cómo el ex-guardia entraba con una sonrisa maliciosa en sus labios.

        —Me alegra que ya hayas despertado, por un momento pensé que mis incompetentes hombres se habían pasado contigo. —Su voz, su sonrisa, sus gestos, todo de él me inspiraba desconfianza y asco a partes iguales y cuanto más se acercaba a mí, más me placía golpearlo.

Se detuvo frente a mí, apenas a unos pasos de la silla, olvidando la manera en la que me hallaba, traté de golpearlo, pero como era obvio, no fui capaz de hacer nada. El chico comenzó a carcajearse y no me quedó más remedio que soportarlo por el momento hasta que se fuera y pensar después en el modo de escapar.

InfectedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora