CAPÍTULO 11

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Advertencia:
A partir de este capítulo, encontrarán varias escenas violentas y de abusos.

        —Luke, Mario, Juan Ramón y yo bajaremos para asegurar el lugar, sacaremos a cualquier infectado que haya, vosotras quedaros aquí. —Mi amigo nada más aparcar la caravana en el aparcamiento que había en la cafetería salió del asiento del conductor dirigiéndose a la puerta del vehículo.

        —Yo también voy. —Le dije con el ceño fruncido, quería que se diese cuenta que estaba hablando en serio, no quería que de nuevo se pusiera en peligro, aunque no era de mucha ayuda, no me gustaba dejarlo solo, menos, si Mario le acompañaba.

        —Vosotras podríais quedaros y preparar esas patatas y carne que ha encontrado Katy en la casa de tu vecina —Iba a contestarle algo cuando mi amigo me abrazó—. No te preocupes, estaremos bien, quédate. —Me susurró en el oído. Al separarse no me quedó más remedio que asentir a las palabras de mi amigo y verle marchar junto con los otros hombres.

Habíamos tardado a penas, unos minutos hasta llegar a la cafetería, y sólo había un camión y dos coches aparcados al lado nuestro y estaban vacíos, al no ser un lugar donde muchas personas frecuentasen, podía decir casi con seguridad que se encontrarían con pocos infectados, pero esto no quería decir que no corriesen el mismo peligro que siempre, podrían sorprenderlos y… no quería pensar en aquella opción, a menos que mordiesen a Mario, no quería que a ninguno de los demás les pasase nada.

En estos momentos no podía hacer nada por lo que me puse al lado de Karla para ayudarla a cocinar, ahora era que podía fijarme mejor en la herida que tenía en el borde del labio inferior, era bastante pequeña y sin poder evitarlo toqué levemente con mi dedo alrededor, ella dejó caer sus manos con el cuchillo sobre la encimera.

        —¿Te duele? —Ella dejó escapar un bufido y me miró con el ceño fruncido.

        —¿Ahora te preocupas? —contestó de mala gana mientras apartaba mi mano de un golpe. La miré incrédula sin entender su reacción.

        —Claro que me preocupo por ti, no sé por qué dices eso —Le dije esta vez yo también enfadada —. Creo que no te he hecho nada para que te pongas así conmigo.

        —Ya, claro. —Rio irónica mientras decía eso, haciendo que me cabrease más.

        —Mira, déjalo, no quiero discutir contigo. —Me di media vuelta acercándome donde estaba Samantha para que terminase lo que dejé sin hacer. Entonces el enfado se convirtió en dolor. No había duda de que ella estaba molesta conmigo, después de lo que pasó en la gasolinera a penas habíamos hablado, por lo que, el motivo por el que estaba de esta manera conmigo, solo podía ser ese incidente.

Estaba distrayéndome, contándole una historia que me iba inventando a Seth, cuando escuché unas voces, me levanté corriendo del suelo y fui a ver qué pasaba.

Los chicos se estaban acercando y llevaban a alguien a rastras, venían ensangrentados por algunas partes. Enfocando la vista pude ver que era a Juan Ramón a quien traían. La sangre le salía por el cuello, Luke parecía hacer presión con su camisa, pero, aun así, la sangre no paraba de brotar.

Rápidamente Samantha les abrió la puerta y yo les hice espacio en el sofá para que pudiesen tumbarlo ahí.

        —¿Qué ha pasado? —Valeria preguntó entre lágrimas acercándose a su padre seguida por su madre.

        —Le han mordido. —Luke me retiró a un lado para decírmelo sin que nadie escuchara.

        —¿Por qué no nos decís qué ha pasado? —Ana parecía desesperada por saber, no me parecía bien ocultarle ese hecho por lo que me dirigí a ella para decirle lo que me había comentado Luke como un secreto.

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