CAPÍTULO 26

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POV SAMANTHA

Katy y yo estábamos acostadas después de cenar, esperando que mi madre se durmiese. Aunque me sentía bien al tener a mi madre con nosotras, estos dos días no había podido tener intimidad con mi novia. A pesar de haberse tomado mejor de lo que pensaba, mi condición, parecía incomodarse cuando mi novia y yo nos besábamos un largo rato o cuando estábamos demasiado juntas, por lo que tratábamos de no hacerlo. Sólo podía compartir algunos besos cortos o algunas caricias a escondidas y eso me frustraba. Sólo habían pasado dos días desde la última vez que estábamos juntas, sin embargo, sentía que la necesitaba.

Quería poder tocarla a mi gusto, besarla hasta que nuestros labios se desgastasen, quería hacerla mía hasta caer rendidas en la cama. Por eso habíamos pensado quedarnos despiertas hasta que mi madre estuviese dormida e ir a la casa donde encontramos a Sandrine. Aunque ahora tendríamos que buscar otro lugar, Daniela y Karla no estaban, por lo que era seguro que estuviesen allí, ellas no tenían tantos problemas como nosotras y desaparecían cuando querían, aunque tampoco lo hicieran muy seguido. Éramos mayorcitas y no teníamos que dar explicaciones a mi madre, pero no quería que mi madre se sintiese incómoda por vernos juntas, no habíamos hablado del tema aún, pero que hubiese dejado a mi padre por mí, decía mucho, no quería que ahora se sintiese mal.

       —No te duermas ¿Eh? —Katy me susurró al oído ya que tenía los ojos cerrados.

       —No voy a dormirme, lo que menos me apetece es eso en estos momentos, estoy deseando poder marcharnos de aquí. —Dejé un corto beso en los labios de la morena y me incorporé para poder ver el sofá donde descansaba mi madre. Hacía ya varios minutos que estábamos esperando y, al fin, mi madre dejaba escapar algún ronquido bajo entre su respiración pesada. Fantástico.

       —Vamos, ya está dormida. —Katy saltó dirigiéndose hacia la salida y yo la seguí mientras me aseguraba que mi madre no se despertase. Iba tan pendiente en eso, que no me fijé en la chica que tenía frente a mí y choqué con ella.

       —¿Qué pas…? —Iba a cuestionarla cuando escuché gemidos que provenían del piso de en frente. Katy me miró y soltó una adorable risita.

       —No pierden el tiempo ¿verdad? —Señaló en dirección al piso mientras trataba de contener la risa. Yo tampoco quería perder más tiempo en poder sentirla, por lo que la sujeté de la mano y tiré de ella conduciéndola hacia la casa contigua a la que se encontraban nuestras mejores amigas.

Antes de llegar, la ojiazul tiró de mí haciéndome chocar con ella y me besó desesperadamente, como hacía tiempo no podíamos hacerlo. Era increíble como en tan poco tiempo, había extrañado la sensación al sentirla de este modo.

Sus manos rodearon mi cuello a la vez que las mías la mantuvieron de la cintura y metía una pierna entre las suyas empujándola contra la puerta. Nuestras respiraciones se iban agitando con cada roce de nuestros labios que no se habían despegado en ningún momento.

       —Dios, cuánto extrañaba esto. —Katy fue la que rompió el contacto de nuestros labios, para unir nuestras frentes. Debido a la oscuridad que inundaba el pasillo, no podía decir si tenía sus ojos cerrados o abiertos, lo único que veía era su figura oscura ante mí. Uní nuestros labios y la besé hasta que un gemido más alto que los anteriores me hizo detenerme en seco.

       —Vamos dentro. —Fui a abrir la puerta cuando la mano de Katy me detuvo.

       —No podemos entrar, no sabemos si es seguro. —Alcancé sus mejillas entre mis manos y la miré fijamente regalándole un pequeño pico.

       —No te preocupes, al venir, los chicos miraron si eran seguros los demás pisos, estaban vacíos, por lo que no hay problema. —Como si de otra persona se tratase, la ojiazul me separó bruscamente y abrió la puerta con rapidez. El interior de la casa era igual de oscuro que el resto, a excepción de la poca luz que nos regalaba la luna esta noche.

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