CAPÍTULO 27

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Me desperté al escuchar a alguien hablar y, sin abrir los ojos aún, toqué las sábanas a mi lado, pero al sentirlas frías y vacías, los abrí, sólo para encontrarme sola en aquella habitación. Todavía se encontraba en penumbras, por lo que no faltaba demasiado para que amaneciese.

A pesar del cansancio, no había podido dormir bien por la noche, primero porque no hacía más que dar vueltas a la situación con Daniela, y después, cada vez que conseguía dormirme, Karla se levantaba entre sollozos. Más de una vez tuvimos que levantarnos al verla llorando en silencio y consolarla hasta que se durmiese.

Katy, ella tenía el sueño más pesado y en algunas ocasiones en las que la ojiverde se despertaba, no se enteró.

Hubiera sido menos difícil para mí el despertar, si hubiese tenido a mi mejor amiga, gastándome alguna de sus bromas que, en aquel entonces, me parecían insoportables, pero ahora, las extrañaba.

       —Iré yo sola, no tenéis por qué acompañarme. Vosotras descansad y luego venís a por mí. —Ésta era la voz de Karla.

       —No te creas que te vamos a dejar sola en esto. Despierto a Samantha y nos vamos. Los demás pueden venir después. —Me asomé por la puerta de la habitación y vi a las dos chicas frente a la salida. La ojiverde parecía lista para marchar.

       —Nos podemos ir ya si queréis, estoy despierta. No vas a ir sola, también es mi amiga y quiero encontrarla, tiene que estar por alguna parte. —Cuando Karla estaba dispuesta para hablar, la interrumpí. Estaba loca si pensaba que le dejaríamos sola, no solo porque se lo hubiese prometido a Daniela, si no, porque era nuestra amiga y no quería que le pasase nada malo.

Antes de irme a vestir, me acerqué a Katy dejando un corto beso en sus labios, ella se retiró incómoda y yo la miré confundida. No fue hasta que vi cómo Karla miraba al suelo que no lo comprendí. Ella no necesitaba ver ese tipo de intimidad entre nosotras después de lo de ayer y yo había sido una estúpida al no recordarlo.

Fuimos con el coche de Daniela, a petición de Karla y, en pocos minutos, nos encontrábamos aparcando en la zona donde lo habíamos dejado el día de ayer. Le había avisado a Flavio de que salíamos para que no se preocupasen y ellos vendrían una vez estuvieran todos listos.

Buscamos por varios edificios, siempre en orden. Gracias a Flavio que nos enseñó a abrir puertas, pudimos hacerlo, tal y como hacíamos con él, primero dábamos algunos toques en la puerta y cuando no recibíamos ningún sonido en respuesta, entrábamos.

       —Tomad. —Katy había encontrado en la cocina del piso en el que nos encontrábamos, unas barritas de cereales.

       —Yo no quiero. Gracias. —Karla se rehusó a comer, pero Katy seguía poniendo la barrita frente a sus ojos.

       —Si no te la comes por las buenas, haré que te la comas por las malas. —Aunque parecía estar bromeando, el gesto de Katy era bastante serio. Al final, la castaña no pudo más que aceptar y cogerla, sin embargo, eso fue lo único que consiguió que comiese.

Todo el día lo pasamos de casa en casa, comiendo algo de lo que nos encontrábamos, sin embargo, Karla apenas probaba algún bocado. Ya estaba atardeciendo y necesitábamos quedar con los chicos, éstos se habían pasado una hora después de marcharnos y formaron dos grupos que irían a cada zona, nos reuníamos cada cierto tiempo para avisarnos de lo que veíamos, pero en ninguna de esas ocasiones, fueron buenas noticias.

       —Venga, vayamos por los demás y a casa. —Karla me miró y negó con la cabeza.

       —No, iros vosotros, no quiero perder el tiempo descansando mientras Daniela está a saber dónde. —Karla se rehusaba, aunque se la veía exhausta. Todos estábamos agotados y esa era una de las razones por la que deberíamos volver.

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