CAPÍTULO 66

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POV DANIELA

Al abrir la puerta, la última persona que podría haber imaginado que vendría, esperaba justo ahí, de pie frente a mí y cuando vi sus ojos verdes recorrerme con la mirada de arriba abajo, recordé que sólo estaba en ropa interior.

Avergonzada y nerviosa por ese hecho, no lo pensé dos veces antes de cerrar la puerta de golpe y dirigirme hacia la habitación.

Rápidamente cogí la primera camiseta larga que vi y mientras me vestía con ella, pensaba entre volver o no, no sabía qué podía hacer aquí y menos a estas horas de la noche. Sin embargo, antes de poder decidir qué hacer, ya mi cuerpo se había movido hasta la puerta y sujetaba el manillar, abriéndola.

Cruzándome de brazos trataba de adoptar una postura que disimulara la alegría que sentía por verla. Si, a pesar de todo, me sentía feliz de tenerla frente a mí una vez más.

Karla tenía una expresión sorprendida en su rostro, quizá pensase que no volvería y, aunque ese fue mi primer pensamiento, algo dentro de mí me empujó a no dejarla fuera, en mi interior aún albergaba la tonta idea de poder recuperar a la castaña frente a mí.

        —¿Qué quieres? —pregunté seria tratando de disimular la avalancha de sentimientos que me recorrían el cuerpo. Estaba ansiosa por saber qué hacía aquí.

        —Y-yo… —Karla no me miraba y su tono de voz tembló, alcé una ceja esperando que continuase y me quedé estática viendo cómo me miraban sus profundos ojos verdes, en un segundo su postura había cambiado drásticamente y no quedaba un atisbo de miedo o nervios en su voz—. Necesitamos hablar, quiero… —Una risa irónica salió de mis labios al escuchar esa frase, ¿cuántas veces había intentado hablar con ella? Y en todas y cada una, había sido rechazada. Ahora ella era la que quería hablar.

        —¿Quieres hablar? ¿Ahora? —No esperaba que ella fuese la que quisiese volver a hablarme, no después de lo que me dijo la última ocasión que nos habíamos visto y, aunque me diesen ganas de cerrar la puerta, también estaba curiosa por saber qué quería decirme.

        —¿Puedo pasar?

        —Por supuesto que no —respondí rápidamente—. Si quieres decir algo, dilo desde ahí. —Mi cuerpo se tensó ante la idea de estar con ella en un espacio cerrado y aunque lo deseara, no podía olvidar que ella me pidió que me alejase de ella, por ese motivo vine aquí, para distanciarme de ella y olvidar lo que alguna vez tuvimos.

Su vista inmediatamente cayó al suelo y por un momento me pareció que mis palabras la afectaron, pero debían ser imaginaciones mías. Lo más seguro era que no se esperara que la tratase tan fría y aunque me estaba costando un mundo mantenerme distante con ella, debía hacerlo, al menos hasta averiguar qué hacía aquí.

        —Bien… —Noté cómo hizo una pausa para tomar aire y levanté una ceja, expectante ante sus siguientes palabras—. Quería hablar sobre lo sucedido ayer —Mi corazón comenzó a latir rápido pensando en la posibilidad de escuchar una disculpa por su parte, aunque no hubiese hecho las cosas del todo bien cuando golpeé a Leo, tenía mis razones y ella sin saberlas o pedirme una explicación, directamente me culpó y en ese momento fue lo que más me dolió de toda esa situación—. Quiero que sepas que Leo y yo… —Suficiente, levanté la mano esperando interrumpirla. No podía escuchar la continuación de esa frase, en la que me diría que estaban saliendo juntos.

¿Era por eso por lo que se había tomado las molestias en venir? ¿Para decirme que oficialmente eran pareja? Por mucho que ya lo imaginase, mi corazón no aguantaría oírlo de sus labios.

        —Mira, será mejor que te vayas. Ni siquiera sé qué haces aquí —El aire comenzó a faltarme y eché mi pelo hacia atrás, no podía comenzar a llorar delante de ella—. He cumplido cada cosa que me has pedido. Ahora soy yo la que te va a pedir algo —Esto iba a partir mi corazón, pero necesitaba hacerlo, no me acostumbraría nunca a estar sin ella si seguía apareciendo a mi alrededor—. Aléjate de mí. Sé feliz con quien quieras, pero déjame en paz. —Tal y como había predicho, el dolor que sentí al pronunciar esas palabras lo sentí físicamente y tuve que cerrar la puerta antes de que viese las lágrimas que habían comenzado a brotar de mis ojos sin poder contenerlas más.

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