CAPÍTULO 42

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Ya era hora de comenzar y no había sido capaz de ver a Katy hasta ahora. La estuve buscando por todas partes cuando terminé con Astrid, pero por mucho que pregunté por ella, nadie parecía haberla visto. Incluso ahora que estábamos listos para comenzar la misión, no había rastro de ella, me comenzaba a preocupar, pero ya no me quedaba más tiempo para buscarla.

       —Veo que tu noviecita nos ha dejado solas —La rubia se dirigía a mí con burla. De nuevo había abandonado su seriedad, haciéndome molestar más, si estábamos así era por su culpa—. No te preocupes, entre las dos podemos apañarnos. —La ignoré por completo y esperé a que todos salieran de las habitaciones. En completo silencio nos dirigimos hacia las casetas, quedándonos unos minutos escondidas en la parte trasera para dar tiempo a los demás de colocarse.

La teoría era sencilla, reducir a los guardias con el menor estruendo posible y entrar por la puerta delantera. Como a estas horas debían estar en la parte trasera de la caseta, les sería más difícil escucharnos.

      —Tú por el de la derecha y yo el de la izquierda. —Estuvimos observando que los guardias hacían la ronda juntos, parecía que nunca les habían atacado ya que llevaban sus armas enfundadas y charlaban entre ellos. Cuando nos dieron la espalda, fue el momento que aprovechamos para atacarles. Lo primero que hice fue sacar el arma de la funda y con ella, di un golpe en su cabeza dejándolo inconsciente, había sido bastante sencillo ya que no tuvieron tiempo de reaccionar.

Cuando miré en dirección a mi compañera, me fijé en que ella estaba sobre el guardia golpeándolo, aunque ya no se movía. Tuve que ir por ella y separarla para no perder más tiempo, en el estado en el que estaban ya no serían un problema.

Entramos a la oficina en absoluto silencio, era un espacio pequeño donde los únicos muebles eran un escritorio, dos sillas y un sillón, detrás de éste había una puerta cerrada, pero al acercarnos y girar el manillar, ésta se abrió. Astrid entró primero y me indicó con la mano que continuase.

Todo estaba a oscuras, sin embargo, se podía distinguir bien, la cama y al teniente dormido en ella plácidamente, gracias a la luz de la luna que entraba por la ventana. El hombre no se había enterado de que estábamos junto a él y la rubia me indicó que me quedase en el lado contrario que ella.

En otra situación me habría reído. Astrid le tocaba la nariz al señor y éste con la mano trataba de quitarse la molesta sensación sin abrir los ojos.

      —Despierte. —Astrid habló con voz cantarina cuando al tercer intento, el hombre seguía durmiendo. Éste, ante la voz desconocida, abrió los ojos para encontrarse con la sonrisa sombría en el rostro de mi compañera mientras sujetaba un cuchillo. La cara que puso el teniente fue de total pánico mientras se incorporara, pero antes de que pudiese hacer ningún movimiento más, la rubia le golpeó en la sien con el mango e hizo que el hombre volviese a tumbarse inconsciente.

Lo sujetamos entre las dos y lo llevamos hacia la puerta trasera, aprovecharíamos que los guardias seguían sin despertar para salir por ahí ya que sería menos probable que alguien nos viese.

      —No pensé que fuerais un impedimento, pero veo que os habéis aliado con la gente que no debíais. —Nada más salir, Sandrine parecía esperarnos con un arma en sus manos. La miré confundida ¿cómo sabía que estaríamos aquí? Observé a Astrid y estaba sonriendo como normalmente, de la manera en la que te hacía helar la sangre, ella no parecía preocupada en lo absoluto ¿pudiera ser que ella la hubiera avisado? Sentí miedo cuando barajé esa opción en mi mente y me alegré de que Katy no estuviese aquí, si ellas dos estaban aliadas no tendríamos modo de defendernos.

Gracias a los entrenamientos, había visto el nivel de conocimiento de lucha que poseía Astrid, nosotras juntas no seríamos nada para ella. Por otro lado, si nos iba a traicionar ¿para qué enseñarnos? ¿Para hacerle las cosas más interesantes?

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