CAPÍTULO 35

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POV KARLA

        —¿Por qué no vas a verla? —Era de noche y no hacía más que moverme de un lado a otro en la cama, no podía dormir pensando en que Daniela quizá hubiese recordado algo. Me gustaría ser la primera persona con la que hablase una vez recuperase su memoria.

       —Tienes razón, voy a su habitación. —Me levanté decidida de la cama y me dirigí a paso apresurado hacia el cuarto de Daniela. Cuando estuve frente a su puerta, oí ruidos, pero no pude distinguir qué eran. No era mi intención espiar, sin embargo, tenía curiosidad por saber qué hacía.

Abrí lentamente la puerta y pude escuchar bien aquellos ruidos, no eran ruidos sino gemidos, con un mal presentimiento y el corazón acelerado, terminé por asomarme. En la cama fui capaz de ver dos figuras, no había duda de que eran Daniela y la soldado que siempre la acompañaba.

El corazón se me partió al ver aquella escena donde Daniela tocaba los pechos de la otra chica mientras ésta no paraba de gemir. Cerré la puerta con el mismo cuidado con el que la había abierto sin ser capaz de seguir mirando cómo la morena tocaba a otra persona que no fuera yo.

Las lágrimas no tardaron en aparecer y me tapé la boca para no hacer ruido. Todas las esperanzas que tenía se esfumaron, Daniela no nos recordaría y no sería capaz de que volviese a mí ahora que estaba con la soldado. Sentía que me faltaba el aire y aún escuchaba sonidos que provenían de la habitación. No podía quedarme aquí, tenía que ir con la única persona que me hacía sentir bien desde que llegamos.

Sin pensarlo mucho más, me dirigí a la habitación de Andrea y abrí la puerta sin cuidado, las cuatro personas que se encontraban cada una en sus literas se sentaron en ésta por el susto, pero yo sólo buscaba cuál de ellas sería Andrea. Sabía que no era una buena idea, que después de lo que la había hecho esta mañana, lo más seguro era que no quisiese saber nada de mí y de verdad que lo entendería, pero la necesitaba, necesitaba que intentase animarme y hacer que olvidase las imágenes que había visto minutos atrás.

       —¿Qué haces aquí? —Andrea llegó donde me encontraba—. ¿Qué te ocurre? —Sus manos pasaban de arriba abajo por mis brazos mientras me veía con preocupación.

       —Perdón, perdóname. —Fue lo único que pude decir entre sollozos antes de lanzarme a sus brazos. Ella no dudó en rodearme y empecé a llorar desconsoladamente, la última vez que me vi a mí misma en este estado fue cuando Daniela desapareció.

       —Ven conmigo. —Aún entre sus brazos salimos al pasillo, yo seguía llorando y ni siquiera me fijé dónde me llevaba hasta que me hizo sentar en un banco.

Una vez sentada miré alrededor y pude darme cuenta de que me había traído al parque donde nos reuníamos normalmente con las chicas, a diferencia de cuando quedábamos por las tardes, ahora se encontraba vacío y en silencio, no había niños corriendo por todas partes con los padres preocupados porque se hiriesen, ahora lo único que invadía el lugar era un absoluto silencio.

Andrea se separó de mí y me hizo verla a los ojos, aún estaba presente mi llanto, pero intentaba controlarlo para poder hablar, la rubia se acomodó a una mayor distancia de mí, suponía que no debía ser fácil estar conmigo en estos momentos, ella debía odiarme y con razón, pensé que me sacaría de su habitación en cuanto me viese, pero aquí estábamos.

       —Aún estoy molesta contigo, pero no puedo soportar verte en este estado ¿Me puedes explicar qué…? —No dejé que terminase la pregunta, lo que menos necesitaba en estos momentos era pensar en lo que había visto mientras se lo contaba. La besé con rudeza y las lágrimas daban un toque salado, pero no era un impedimento mientras ella respondiera el beso. No tardé en ponerme a horcajadas sobre ella y sólo abandoné sus labios para atacar su cuello.

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