CAPÍTULO 9

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Como era costumbre, Flavio conducía mientras yo le acompañaba en el asiento del copiloto. Llevábamos varios kilómetros sin incidentes como el anterior, estaba más tranquila por lo que pude detallar mejor el interior de la caravana, era lo suficientemente espaciosa para que entrásemos todos, aunque tendríamos problemas para dormir todos, la caravana constaba de una cama encima de los asientos de la cabina, ahora mismo Dylan y Seth estaban allá arriba jugando, al principio de entrar, habían estado bastante callados por el susto, ver tanta violencia y sangre no era bueno para ellos, pero no podíamos evitar por completo que viesen esas escenas que a mi parecer, cada vez se harían más frecuentes con el paso del tiempo. Pero ahora estaban más calmados, jugaban y reían entre ellos a las peleas con los cojines de la cama.

Esa parte de la caravana estaba completamente limpia, aquí los infectados no habían podido llegar y al verla, la cama estaba completamente hecha y sin una sola arruga.

Al parecer, habíamos tenido suerte al elegir quedarnos con este vehículo, a pesar de haber varios infectados dentro, estaba bastante bien, contaba con una cocina en forma de “L” bastante completa en electrodomésticos, enfrente de ésta, en la mitad más o menos del espacio, te encontrabas con una mesa pequeña y cuadrada rodeada de sillas acolchadas en cada lado. En el lateral frente a la cocina, un sofá de cuero beige, en él se encontraban Karla y Samantha intentando quitar las manchas de sangre. Por otro lado, Luke y Katy limpiaban el suelo con trapos y por el olor que emanaba, diría que con lejía.

        —¿Dónde estaban los trapos? —Le pregunté a Katy. En todo el trayecto no me había dado cuenta lo que estaba haciendo el resto y, ahora que lo sabía me pondría a ayudarles—. Voy a limpiar los cristales.

        —Aquí tienes. —Se levantó de su lugar para ofrecerme uno de los trapos que tenían mojados con agua y jabón, sería útil en un principio para quitar cualquier gota de sangre que hubiese. Después le pasaría otro con limpia-cristales, si es que había en este lugar.

        —Gracias. —Me di la vuelta y me dirigí hacia el sofá, ya que los cristales quedaban detrás, al encontrarme de frente a Karla, no pude evitar fijarme en ella, se encontraba de espaldas a mí, agachada sobre el sofá mientras le pasaba el trapo por el respaldo, mi vista cayó hacia sus largas y estilizadas piernas, fui subiendo hasta toparme con su bien formado trasero. Me sonrojé al instante en que daba rienda suelta a mi imaginación y aparté la vista antes que me pillase y seguir haciendo lo que me había planteado en un principio mientras me reía de mí misma.

        —Es preciosa ¿verdad? Pues está conmigo y no quiero que la mires de esa manera. —El tono bajo, pero amenazador de Mario me hizo asustar, no sabía de dónde había salido, la verdad es que me había olvidado de que existía. Me recompuse en seguida y le miré seria.

        —No sé de qué me estás hablando, pero seguro que puedo mirar lo que me dé la gana—respondí de mal humor—. Y en vez de estar hablándome, podrías ayudar a hacer algo, que no has hecho otra cosa más que esconderte desde que te encontramos en el centro comercial. —Pasé de largo y me puse con mi tarea.

Él no dijo nada, en su lugar se alejó y en cuanto desapareció de mi vista, apreté el trapo entre mis manos soltando un suspiro. Debería mantenerme lejos de él, de otro modo terminaría golpeándolo, o le dejaría tirado para que le atacasen los infectados.

Después de terminar de limpiar por completo los cristales, me fui a acompañar a Flavio, había estado conduciendo sin parar y era hora que descansase un poco.

        —¿Cambiamos y sigo yo? Llevas mucho tiempo conduciendo tú, también tienes que descansar. —Ahora que me fijaba bien en él, se le veía cansado, era normal, entre conducir, correr y protegernos, estaba siendo demasiada carga para él y me estaba preocupando por su estado.

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