Capítulo 12.

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*Edmund pov*

Entro a los terrenos del palacio de la Reina y en el patio interior veo muchas estatuas de lo que parece ser piedra que representan diferentes animales y criaturas fantásticas. En medio del patio hay unos restos de una hoguera que parece ser reciente, cojo uno de los troncos casi carbonizados y le dibujo unas gafas y un bigote a una de las estatuas, justo la que parece ser la de una especie de felino o así. Después de tirar el tronco al suelo con satisfacción por mi acto me dirijo a las escaleras y las subo y, cuando voy a pasar por encima de la estatua de un lobo, resulta que no es una estatua y acabo en el suelo con el lobo gruñiendome furioso encima.

-Quieto forastero. Si te mueves no volverás a hacerlo. -Amenaza enseñándome los colmillos.- ¿Quién eres? -Me pregunta gruñendo.

-Soy Edmund. -Le digo un tanto asustado.- Conocí a la Reina en el bosque. Me dijo que volviera aquí. - Veo que mis palabras parecen no importarle mucho así que me apresuro a añadir:- Soy un Hijo de Adán.

Mis palabras parecen funcionar ya que afloja el agarre y se aparta de mi lentamente.

-Mis disculpas afortunado favorito de la Reina. -Dice una vez se aparta dejándome levantarme.- O no tan afortunado...

Ese último comentario hace que una pequeña inquietud me invada pero decido no hacerle caso. ¿Qué daño podría hacerme la Reina? Cuando hablé con ella en el bosque resultó ser una magnífica mujer. No creo que sea capaz de querer hacerme daño...¿O sí?

-Por aquí. -Me dice.

Caminamos hacia el interior del palacio hasta que llegamos a lo que creo que es la sala del trono. El lobo se va, supongo que en busca de la Reina, y entonces decido sentarme en el trono, creando fantasías de tener a Peter trabajando bajo mis ordenes e imaginándome como sería estar sentado en él con un rango alto como el de príncipe o rey. Es la voz de la Reina lo que me saca de mis pensamientos.

-¿Te gusta?

-Emmm...sí...Majestad. -Digo levantándome rápidamente del trono.

-Me lo figuraba. -Dice en un tono algo extraño mientras se sienta.- Dime Edmund, ¿tus hermanas son sordas?

-No...

-Y... tu hermano es...¿algo cortito? -Me pregunta con desprecio.

-Eso creo yo...pero mi madre...

-¡Entonces!¡¿Cómo te atreves a venir solo?! -Me pregunta alzando la voz hasta el punto de hacer que me tiemblen las piernas del miedo.

-Lo intenté. -Le digo asustado.

-Edmund, te he pedido muy poco.

-Si es que no me hacen caso. -Le insisto con el miedo creciendo en mi interior.

-Y ni eso has hecho. -Dice en un tono decepcionado ignorando mis  intentos desesperados de excusarme.

-Los he dejado a medio camino. Están en la casita del dique, con los castores. -Le digo desesperado.

-Bueno...veo que no eres tan inútil después de todo. -Me dice con una sonrisa maliciosa en la cara.

Me da la espalda y entonces decido preguntarle con cierta vergüenza:

-Bueno...me preguntaba...si podía... tal vez...¿Darme más delicias turcas ahora?

-Nuestro invitado está hambriento. -Le dice al enano con burla para luego hacerle un gesto.

Ginarrbrik se me acerca y me amenaza por la espalda con su gran cuchillo para luego llevarme hasta una de las muchas celdas que hay unos pisos más abajo. Aquí hace mucho más frío y huele mal.

"Mierda... -Pienso.- Acabo de decirle donde están mis hermanos solo por querer comer y por mi ambición"

-¿Maugrim? -Oigo hablar a la Bruja en los pisos superiores.- Ya sabes que hacer.

Maugrim llama a más lobos con un aullido que hace que el palacio entero retumbe y entonces oigo como los lobos se van corriendo a darles caza a mis hermanos. ¿Qué he hecho?

Saga de las crónicas de Narnia. (Caspian y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora