Capítulo 22.

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Aslan, la Bruja y la Heredera entraron en la carpa del primero y allí empezaron a discutir el destino del pequeño Pevensie.

Fuera, los narnianos presentes, ya fueran seguidores de Aslan o seguidores de la Bruja empezaron a formar pequeños grupos, sin mezclarse entre ellos claro está, para comentar sus opiniones acerca de la situación y, por otra parte, los hermanos Pevensie se sentaron a la espera. Cada vez transcurría más tiempo y nadie salía de la carpa, los narnianos presentes empezaron a sentarse ya cansados de estar de pie y, varios minutos después, la Bruja salió de la carpa con una expresión difícil de descifrar, detrás de ella venía Aslan, que iba con la cabeza gacha y arrastraba la cola, indicando que fuera lo que fuera lo que habían acordado estaba completamente dolido por ello, y la última en salir fue la Heredera, quien a parte de haber tardado algo más en salir de la carpa tenía los ojos llenos de lágrimas que seguramente derramaría pronto. Los narnianos del bando de Aslan miraban a su amada Heredera dolidos por su estado mientras que intentaban saber que podía tener a la chica así. Peter supo que algo no iba bien en el instante en que ella se giró de manera rápida para secarse una lágrima sin que la vieran. Ella estaba intentando mostrarse fuerte ante todos los demás pero en realidad había algo que la estaba consumiendo por dentro. ¿Qué habrá pasado allí dentro? Se preguntaba Peter una y otra vez. Aslan dirigió su mirada a Edmund, quien estaba realmente nervioso, ya que, lo que hubieran decidido en el interior de la carpa podía salvarle la vida o sentenciarlo a muerte. Fue entonces cuando Lucy se dio cuenta de lo que expresaba la mirada de Aslan, en ella solo había dolor. Y su voz al hablar expresó ese mismo malestar.

-Ha renunciado a su derecho a la sangre del Hijo de Adán. -Dijo el león ocultando la otra parte del pacto.

Todos los seguidores de Aslan, incluyendo a los hermanos Pevensie, se pusieron a celebrar. La Heredera y el Gran León habían conseguido que la Bruja renunciara a la sangre del Hijo de Adán. Pero no todos celebraban, Aixa y Aslan mantenían sus dolidas expresiones.

-¿Cómo se que cumpliréis vuestra promesa? -Preguntó de golpe la Bruja girándose a mirar a la Heredera.

-Jamás rompo mis promesas. -Dijo la chica en un tono alto.- ¡Ahora coge a todos tus sucios seguidores y márchate de aquí! -Exclamó con odio.

La Heredera había asustado a la Bruja, eso estaba claro para todos ya que está e sentó de golpe con todo su rostro pálido. Todos empezaron a celebrar de nuevo cuando la Bruja se fue con cara de terror. La Heredera se acercó a los Pevensie para abrazar a Edmund.

-¡Gracias, gracias, gracias! -Exclamaba Edmund una y otra vez completamente ajeno al sentimiento de la pelirroja.

-No hay de que. -Contestó la Heredera intentando disimular su tristeza. -Tengo que irme.

La Heredera se acercó a su padre, quien se debatía entre llorar o mantenerse firme.

-No llores. -Le dijo la Heredera en un tono lleno de súplica intentando contener sus propias lágrimas.- Por favor, no lo hagas.

-¿Por qué? -Le preguntó su padre con dolor refiriéndose al acto de su hija.

-Era mi deber, y lo sabes.

Padre e hija se unieron en un abrazo y se aferraron al otro intentando hacer que su dolor disminuyera.

Saga de las crónicas de Narnia. (Caspian y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora