Saga de las crónicas de Narnia. (Caspian y tu)

Capítulo 6.

*Aixa pov*

Al tirar las armas nos encadenaron y separaron. A Lu, Eustace y a mi nos llevaron a la calle dónde al día siguiente tendría lugar una subasta en la que nos venderían como a esclavos al comprador que de el precio más alto. William, Ed y Caspian  fueron enviados a las mazmorras de la ciudad. Ed y yo dimos un poco de guerra y acabamos con un golpe en la cara  cada uno. Caspian se puso bastante furioso pero fue inútil decir o hacer algo ya que esos hombres no cambiaron de opinión. Me quedé toda la noche despierta vigilando por la seguridad de los dos niños que dormían con sus cabezas en mi regazo. Estaba empezando a amanecer y vi un carro pasar con gente gritando y llorando. Un hombre y la que supongo que era su hija se pusieron a seguir el carro con la esperanza de poder llegar hasta él, gritando el nombre de una mujer. El hombre alcanzó el carro y cogió la mano de una de las mujeres que gritaban. Un par de traficantes que protegían el carro pararon al hombre y lo separaron de la mujer para luego darle un golpe al hombre y dejarlo tirado en medio del camino. La niña se abrazó a su padre y cuando el hombre podía ponerse de pie se fueron.

*Caspian pov (al mismo tiempo que lo de Aixa)* 

Edmund, William y yo habíamos pasado la noche en una celda. Yo estaba completamente ido, no sabía como estaban Aixa y mi futura hija, no sabía como estaba Lucy y tampoco que había pasado con ellas. Estaba desesperado por poder salir de la celda e ir en su búsqueda. No había podido protegerla...Sin darme cuenta empecé a darle patadas a la puerta de la celda, deseando que esta cediera y ocasionando que William y Edmund despertaran.

-¿Estáis bien? -Les pregunto.

-Sí. -Dicen a la vez incorporándose y levantándose del suelo.

Yo seguía dándole patadas a la puerta y luego se me unió William.

-Es inútil. -Dice la voz desconocida de un hombre mayor desde las penumbras de la celda.- Jamás escaparéis.

-¿Quién eres? -Le pregunto acercándome.

-Nadie. Solo una voz en mi cabeza. -Dice el extraño saliendo de las sombres.

-¿Lord Bern? -Le pregunto al anciano al verlo más de cerca.

-Tal vez antaño, pero ya no soy merecedor de ese título. -Dice con pena.

-¿Es uno de los siete? -Me pregunta Edmund.

Miro a Edmund y William levemente y asiento con la cabeza. Me acerco al ya anciano Lord y me pongo a su altura.

-Tu cara... -Me dice.- Me recuerdas a un rey al que quise mucho.

-Ese hombre era mi padre. -Le confieso.

-Mi señor... -Dice con asombro abriendo los ojos como platos.- Por favor perdonad.

El hombre tiene la intención de ponerse en pie.

-Por favor, no. -Digo sujetándolo para que pueda estar estable.

De la nada se empiezan a oír gritos y llantos en la calle y veo que Edmund se sube a la ventana y se pone a mirar.

-¿Qué pasa? -Le pregunto al Lord subiendo a la ventana. -¿A dónde los llevan?

-Seguid mirando.- Me dice el Lord.

Veo como meten a las personas que gritaban en botes y los envían al mar, sin rumbo alguno. El cielo empieza a llenarse de nubes negras y grises y en el agua empieza a aparecer una niebla de color verde que avanza con rapidez y rodea los botes como si tuviera vida propia. La niebla tapa los botes y, por un momento, se oyen gritos de terror para que luego reine el silencio. La niebla se va poco a poco dejándonos ver que los botes con las personas han desaparecido y entonces el cielo vuelve a estar con el clima de antes.

-¿Qué ha pasado? -Le pregunto al Lord bajando de la ventana.

-Es un sacrificio. -Me contesta.

-Pero, ¿dónde están? -Insisto.

-Nadie lo sabe. -Dice el Lord negando con la cabeza.- La niebla se vio por primera vez al este. De repente, empezaron a reportarse desapariciones de pescadores y marineros que habían salido al mar y no habían vuelto. -Empieza a explicarnos.- Los Lords hicimos un pacto. Teníamos que encontrar el origen de la niebla y destruirlo. Todos zarpamos pero ninguno regresó. Escuchad, si no os venden a los traficantes de esclavos...os convertiréis en pasto para la niebla.

Miro a Edmund con preocupación y el me mira igual.

-Tenemos que encontrar a las chicas. -Me dice.- Antes de que sea tarde.