»Capítulo 13«

502 58 4
                                    

Dieciséis de noviembre de 2015.

Helena se había despertado, había hecho su rutina de entre semana, es decir, ir al trabajo primeramente.

Allí se encontró sorpresivamente a Elizabeth y Vincent Bridge, la pareja mayor que la mayoría del tiempo siempre estaba sólo Lizzie.

Francesca también estaba, así que al tiempo en que Helena les servía el desayuno, pudieron hablar un momento.

—Querida, no había sabido de ti desde hace unos días. ¿Cómo te encuentras? ¿Todo en orden con el bebé? —preguntó Lizzie, logrando que Helena sonriera.

—Todo en orden, ya va siendo tiempo de que se nota un poco, a decir verdad.

—Así empieza, Helena, cuando te des cuenta ya estarás con esa criatura en los brazos —expuso Frannie, sonriendo y dándole un sorbo a su jugo de naranja.

—¿Has pensado en qué podría ser? ¿Niño o niña? —preguntó Vincent al lado de su esposa.

—Pues no, aún creo que es muy pronto —expresó Barton con un tono tan relajado.

—¿Qué tal Vincent si es niño?

—Oh, vamos, es un nombre horroroso —dijo Lizzie Bridge con un tono de indignación falsa.

—Vaya, en verdad creí que eso había sido lo que más te había llamado la atención el día en que nos conocimos —le siguió el juego su marido y finalmente ambos sólo lo dejaron pasar al tiempo en que Helena miraba lo felices que era esa pareja.

—Helena, cariño, ¿aún quedarás conmigo esta noche?

—Si, aún está en pie, Frannie —le respondió la morocha.

—¿Saldrán y no me han invitado? —preguntó Elizabeth, viendo a su mejor amiga.

—Bueno, sólo es un café o té. Le dije que podría esperarme en el apartamento, llegaría después del evento de caridad del que te hablé, Lizzie —explicó brevemente Francesca y entonces Helena asentó, apoyándola.

—La próxima vez espero poder salir con las dos —dijo Lizzie, así que Frannie guiñó el ojo y finalmente Helena se tuvo que despedir para poder seguir con su día. 

Durante todo ese rato, además de haber hablado con la dueña del restaurante y quedar en términos de trabajar en un área menos peligrosa, Helena se dirigió a un restaurante local junto con Georgette, quien la ayudaba en cualquier cosa que necesitara. Comieron un rato, hablaron sobre la cita de la francesa y el éxito que había tenido.

—Es una chica muy linda, debo admitir.

—¿Pero no la conoces en persona?

—Aún no —presionó los labios y le dio un sorbo a su bebida—. En realidad, vive en Londres.

—Oh —Helena tenía tiempo de no pensar en el lugar donde había trabajado y vivido durante tantos años—. ¿Y cómo la conociste?

—En una de esas aplicaciones de citas. Sólo quería divertirme, ¿sabes? —rió un poco—. Estaba aburrida, luego recibí un mensaje y finalmente empezamos a hablar.

—¿Y cómo lo hacen? Bueno, me refiero a por cuánto tiempo, ya sabes, por la diferencia de horario.

—A veces me desvelo —se señaló las poco notorias ojeras que cubría con maquillaje—. Sólo a veces, no todo el tiempo, pero es un pequeño sacrificio —Georgette curveó una sonrisa diminuta y agregó—. Es linda.

—¿Tiene nombre?

—Sally —expuso—. El apellido aún no lo sé, vamos despacio.

—Y con cautela, no lo olvides, Dragon —le avisó Helena, por lo cual, su amiga rubia asentó un momento y finalmente siguieron con su relajado tiempo para comer.

𝐒𝐚𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐟𝐫𝐨𝐦 𝐇𝐞𝐥𝐥 [𝐌𝐚𝐭𝐭 𝐌𝐮𝐫𝐝𝐨𝐜𝐤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora