Pudiera ser cierto que, entre más desesperados estamos, más difícil es hallar la respuesta de la que tanto anhelamos. Matthew Murdock sabía que tenía algo de razón aquello que daba vueltas en su cabeza una y otra vez mientras se quitaba los guantes y la sangre de sus manos se extendía como una bomba que se volvía a inflar para seguir maquinando.
Su propia mente estaba deambulando, trabajando de una forma (basta decir, pero necesario) ciega que ocasionaba que no pudiera hallar la respuesta. Y entre más se angustiaba, más buscaba, más fácil era corromper a la sensación que le generaba entrar en un amargo llanto mientras su rostro se contraía.
Pedía a gritos su propia salvación, pero, ¿de quién? ¿De sí mismo? ¿De su obsesiva forma de hallar un castigo? ¿Cuál era su respuesta?
Levantarse podría ser un buen comienzo, pero...estaba agotado, cansado y sólo quería hundirse un segundo. Sólo un segundo en donde estaría totalmente perdido.
Se quedó dormido y ni siquiera supo en qué momento, pero la voz de Maggie, preguntándole qué había hecho logró hacer que volviera poco a poco. La monja le tomó la barbilla, generando un quejido en él y sólo ella fue cruel como debía de ser.
—Ey, no intentes evadirme —le dijo ella—. ¿Qué pasó?
—Váyase —fue lo que balbució como respuesta.
Maggie soltó una risa sarcástica y entonces habló.
—Me esforcé demasiado contigo para renunciar ahora —lo tomó por debajo de los brazos y lo ayudó a erguirse, jalándolo con toda su fuerza posible—. ¡Arriba! ¡Muévete!
Y lo único que escuchaba Matthew era ese sermón mientras se hundía bajo el agua de nuevo, oyendo en una lejana forma que lo dejó totalmente perdido y desequilibrado. Se encaminó con cautela, escuchando aún las palabras de la hermana Maggie, pero también perdiéndose en sus propios pensamientos.
Ella le entregó algo y tomó cuidadosamente la pastilla que le dio, tomándola con el vaso de agua mientras se la tragaba.
—Dale tiempo para sanar...o harás que te maten —fue lo que dijo la monja.
—Si, probablemente —respondió en bajo, aún perdido, pero seguro de su respuesta.
—¿Es eso lo que querías?
Matt entonces descendió el rostro y ella continuó.
—Yo también tengo un don especial. Soy inmune a la mala actitud. Así que puedes seguir con tu mierda autocompasiva todo el día, Murdock, y yo estaré justo aquí...molesta tal vez, pero aquí —miró al hombre alejarse hasta sentarse en un rincón, aún con pocas fuerzas y logrando establecerse con cuidado. Ella entonces se aproximó, lista para presionarlo—. Vas a hablar conmigo.
—¿Por qué se hizo monja? —le preguntó él.
—Oí el llamado de Dios —expuso la mujer.
—Entonces...creí que ser monja es lo que debía hacer.
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𝐒𝐚𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐟𝐫𝐨𝐦 𝐇𝐞𝐥𝐥 [𝐌𝐚𝐭𝐭 𝐌𝐮𝐫𝐝𝐨𝐜𝐤]
FanfictionPortada elaborada por @GhostPepper- Helena simplemente regresa a Nueva York después de dos décadas. La ciudad no era el mismo lugar de cuando era niña. Ahora tenían un héroe. El llamado Diablo de Hell's Kitchen. Al reencontrarse con Matthew Murdock...