»Capítulo 73«

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Veinticuatro de diciembre de 2023.

—¡No puedo esperar más! —grita Michael, saltando en la acera de la calle, emocionado mientras la nieve caía sobre su cabeza, causando que su cabello castaño estuviera repleto de pequeños copos de nieve—. ¡Mami, hoy viene Santa!

—Querrás decir en la noche, cariño —dice su madre y entonces Michael asiente varias veces.

—Oh, es cierto, lo había olvidado. Pero sí, ¡hoy en la noche viene Santa Claus!

Helena suelta una risita y entonces se encaminan a Bargon, justo donde Georgette se preparaba para cerrar el café más temprano de lo habitual. Al llegar, la señorita Dragon estaba hablando con Sally, su novia, a quién le besó la mejilla para encaminarse a la caja y ayudar a la empleada de esa área. 

Al entrar, Michael no duda en correr en dirección hacia Sally, dándole un abrazo hasta que la mujer lo ayuda a sentarse en su asiento y no duda en invitarle un poco de pastel de zanahoria. Mike no duda en aceptar y le da una probada. Por otra parte, Helena coloca su bolso en un costado de la barra y pasa para dirigirse a la caja, justo donde Georgette le explicaba unas instrucciones a la nueva empleada que había sido contratada hace dos días atrás.

—Oh, qué bueno que llegaste. Helly, ella es Rebecca, es nueva en la ciudad y en el trabajo. Rebecca, te presento a Helena, mi socia. 

Rebecca era tímida, se notaba a leguas, pero tenía la perseverancia y la agilidad para utilizar la caja registradora, por eso Georgette la contrató. Helena sólo se presentó con un ligero apretón de manos y una sonrisa. La joven danzó sus ojos hacia el vientre de la morocha, pero entonces se sintió avergonzada y giró la cabeza. 

—Oh, sí, creo que estás pensando en si estoy o no estoy embarazada.

—No, bueno, es decir, es que... —Rebecca tartamudeaba, pero Helena la tranquilizó con su mano colocada sobre su hombro y una cálida sonrisa.

—No te preocupes, sí estoy embarazada —comenta Barton y entonces Rebecca asiente una simple vez y se gira, disculpándose, puesto que seguiría intentando recordar las instrucciones que Georgette le había dado sobre la caja registradora.

Al alejarse, la francesa no tarda en darle un ligero y atento codazo a su mejor amiga, además de señalar con su mentón a la joven que había contratado.

—¿Qué te parece? Se ve que le gusta aprender rápido.

—Si, de hecho, ¿investigaste algo de ella?

—Lo básico. Extranjera, sin contactos de emergencia, excepto de una tal Grace, sin apellido, simplemente un número telefónico. 

—Mmm, no es tan extraño. Es Nueva York.

—Eso dije yo. Me pasó cuando buscaba trabajo, es entendible. Además —señala otra vez a la joven Rebecca, encogida de hombros y con una sonrisa escondida en la timidez— se nota que ha escapado de casa.

—¿Tú crees? —pregunta Helena, asombrada de la intuición de Georgette.

—Vamos, tiene la edad promedio de chicos en año sabático que se hartaron de la asfixiante expectativa de sus padres —al dar esa explicación, el semblante de Dragon cambia y una mueca con sus dientes mordiendo su mejilla interior apareció de golpe—. Creo que sé en qué piensas.

—Bueno, deja de presumir y dila —bromea Helena curveando su sonrisa y viendo a la francesa.

—Es Nochebuena, a nadie le gustaría estar solo. Además, eres de un corazón de oro y de pollo, por lo que, si no me equivoco, quieres que no se quede esta noche sin nadie. ¿Le atiné, Barton?

𝐒𝐚𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐟𝐫𝐨𝐦 𝐇𝐞𝐥𝐥 [𝐌𝐚𝐭𝐭 𝐌𝐮𝐫𝐝𝐨𝐜𝐤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora