»Capítulo 49«

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Todo Hell's Kitchen miró sus televisores, específicamente canales de noticias mientras se anunciaba el informe de último momento: Wilson Fisk había sido detenido y arrestado el mismo día de su gran evento especial, el cual se trataba de su boda.

El detective Mahoney se encargó de revelar con sumo cuidado algunos detalles mientras la ciudad entera comenzaban a murmurar sobre las circunstancias que pudieron llevar a que ocurriera. Incluso hablaban sobre Daredevil, por lo tanto, no se sabía con certeza sobre si fue el responsable de que se pudiera conseguir aquel arresto. 

Sin embargo, no parecía importarle a Foggy Nelson, a Karen Page, a Helena Barton o incluso al mismísimo Matt Murdock, alias Daredevil. 

Lo que hizo fue andar por los techos de los edificios de la ciudad, teniendo de compañía a la mujer que durante ese tiempo sólo lo guió hasta que llegaron al apartamento de ella. Al momento en que entraron por la ventana, Matt soltó un gruñido cuando sintió el ardor en su hombro. 

—Buscaré el botiquín —anunció ella mientras lo sentaba al lado del comedor. Él finalmente se pudo quitar la máscara y exhaló con fuerza. Se inclinó hacia atrás y simplemente se pasó la lengua por los labios, saboreando la sangre que se iba adhiriendo al secarse en su piel.

Helena volvió con la pequeña bolsa en sus manos, después la abrió con rapidez y se cercioró de encender las luces para poder realizar su trabajo. Tomó la botella de alcohol y luego un trapo limpio hasta remojarlo en la sustancia. Se aproximó, le preguntó la zona y él no tardó en llamarla.

—Helena...

—Necesito que cooperes, ¿si? —intentó alzar su mano, pero el hombre la detuvo y entonces su pulgar se dirigió a la sien de ella, causando que retrocediera cuando el roce le ardió—. Mierda...

—Primero comencemos contigo —anunció y ella negó—. Por favor, no lo hagas más difícil.

—Tú lo haces de ese modo —comenta y sólo exhala con fuerza—. Pero si así lo decides, no estoy...de humor para...discutir —su voz se quiebra un poco, pero aclara su garganta para desvanecerlo.

Matthew quiere decir algo, pero simplemente entreabre los labios y acalla cuando ella se aleja para ir a buscar algo más. Quince minutos después, la morocha se encarga de limpiar sus heridas mientras guarda silencio.

—Te quejaste del hombro —manifiesta ella y le señala la zona—. ¿Podrías, por favor...?

Él se inclina hacia enfrente, casi dejando que su aliento rozara contra el rostro de la mujer. Helena se aleja, desciende la mirada y después mira el nuevo trapo que sostiene. Cuando vuelve a alzar la vista, Matt ya está sin la camisa y se observa el ligero corte de donde brota un poco de sangre. Al aproximarse, coloca el trapo en la zona y observa cómo contrae sus facciones, manteniendo sus manos a los costados, presionando sus dedos sobre el sofá.

—Hiciste lo correcto —susurra ella y Matt mueve la cabeza, manteniendo su postura para que ella acabe de desinfectar la herida.

—Era necesario.

—Pero tuviste la oportunidad justo enfrente de ti y tú..., Matthew... —Helena busca la gaza en el botiquín y después se inclina para comenzar a posicionarla con cuidado— sólo creí que sería demasiado tarde.

Él se remueve en su asiento, después se acerca y Helena se centra en la herida, concentrada en ello. No obstante, cuando la morocha termina, toma otro poco de alcohol y esta vez se dirige al rostro de Matt, rozando con debilidad la zona de la barbilla, los labios y la nariz manchados de aquel líquido carmesí.

Sin embargo, de vez en cuando, los ojos de ella se desviaban para contemplar los de él, dándose cuenta de que iban tornándose en ese matiz más claro que reconocía perfectamente. Es aquel que veía todas las mañanas antes de levantarse de la cama, o incluso cuando se recargaba en su hombro mientras descansaba y elevaba sus ojos hasta que el hombre le tomaba el mentón y le plantaba un sutil beso en los labios.

𝐒𝐚𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐟𝐫𝐨𝐦 𝐇𝐞𝐥𝐥 [𝐌𝐚𝐭𝐭 𝐌𝐮𝐫𝐝𝐨𝐜𝐤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora