»Capítulo 52«

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Matthew termina de colocarse la camisa y escucha unos nudillos golpeando la puerta.

—Adelante.

Toma la toalla para secarse el cabello y entonces olfatea desde donde está el aroma dulzón del perfume de ella.

—Entonces ya acabaste —dice la morocha y después se aproxima.

—Si. Y la ropa está bien. Prometo devolvérsela a tu tío en cuanto regresemos —explica un momento mientras se sienta en el borde de la cama.

—Mi tia dice que está bien, no te preocupes —se sienta al lado de él y mira un instante el moretón que hay en su brazo, justo a la altura de su bícep—. Todavía no se quitan, ¿cierto?

Matt niega un instante y después busca la mano de ella, hallándola suavemente cerca de su brazo y entonces Helena se aproxima, abrazándolo de costado lentamente mientras coloca su mentón sobre el hombro de él.

—¿Cómo te has sentido? —le pregunta y entonces alza su mirada, observando el corte que iba sanando en su sien—. ¿Has comido?

Niega con la cabeza y Helena le acaricia la mejilla, dejando que Matt inclinara su rostro sobre su mano. Él suelta un largo suspiro y besa la palma de ella.

—En serio te extrañé —balbucea y la morocha suelta una risa.

—¿Ósea que hace rato sólo lo decías para quedar bien? —Matthew sonríe encantadoramente y entonces ella imita su acción—. Sólo bromeo.

—Lo sé —dice y se acerca mientras sus manos se posicionan sobre la cintura de la mujer—. Puedo escuchar los latidos de tu corazón.

—Sin mi consentimiento —dice ella alzando sus cejas y entonces Murdock se apresura a asentir.

—Lo siento —responde sin dejar de sonreír y entonces lleva su mano para quitarle los cabellos del rostro a Helena.

Lo hizo de una forma cariñosa, realmente suave mientras el roce de sus ásperos y callosos dedos relajaban a Barton.

—Te prepararé el desayuno, ¿está bien? —Helena intenta levantarse de la cama, pero Matt la detiene y ella ve claramente como él le sujeta la mano y su pulgar dibuja círculos sobre sus nudillos.

—Sólo unos segundos más —susurra y sus ojos danzaban mientras se posicionan a la altura del cuello de ella—. ¿Está bien para ti?

Ella asiente y olvida afirmar con la palabra. Pero no importa porque Matt entiende y coloca su rostro en el hombro de Helena, aspirando su olor, recordando cada detalle como aquella noche en que lloró amargamente al despedirse a su modo.

La mujer coloca su mano sobre los cabellos de él y su otra mano a la altura de su espalda, frotando esas zonas con suavidad a la vez que el abogado se balanceaba con ella en sus brazos de una forma tan lenta que probablemente un bebé caería rendido.

—¿Un rato más? —susurra la morocha.

—Quisiera una eternidad —confiesa con una sonrisa y entonces se apresura a posicionar su frente contra la de Helena—. Lo digo en serio.

—Te hartarías —alega ella y Matt alcanza a negar mientras le da un casto beso.

Primero un roce en donde sus labios saborean los de Helena. La forma en que acaricia el arco de cupido y después cierra sus ojos mientras ella lleva sus manos hasta la espalda de él.

—No puedo —comenta entre besos y entonces ella se derrite, causando que por poco se le flanquearan las piernas cuando Matthew habla—. No puedes tomar decisiones por mí.

𝐒𝐚𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐟𝐫𝐨𝐦 𝐇𝐞𝐥𝐥 [𝐌𝐚𝐭𝐭 𝐌𝐮𝐫𝐝𝐨𝐜𝐤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora