»Capítulo 45«

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—Él no tenía padres —expuso Murdock, enredando sus manos con el lazo negro mientras evitaba observar a la hermana Maggie—. Siempre estaba peleando. Y enojado —siguió con su tarea de envolverse la mano y ante el silencio de la monja, habló con voz firme—. Dígalo de una vez

—Prometí mantener la boca cerrada —dijo la mujer sentada en la cama improvisada.

—Pero quiere decir que le parece familiar —manifestó Matt mientras la cinta de cassette que había robado que pertenecía a Poindexter. Murdock apretó la mandíbula, inclinó su cabeza hacia abajo y después agregó con el mismo tono de voz—. Yo tampoco tenía a nadie, pero no soy como él. En la cinta se oye como un asesino a temprana edad. No es más que un psicópata —se llevó la mano a la sien y se restregó la zona con el dedo—. Y hoy pude atraparlo. Con la guardia baja y lo arruiné todo.

—Hiciste lo que creías correcto —Maggie había colocado sus manos a sus costados, sosteniéndose mientras veía al hombre que estaba a unos cuantos metros de ella—. Cumpliste tu promesa al agente Nadeem.

—Si —siseó Matt, pasándose la lengua por los labios, pensando durante unos segundos antes de continuar hablando—. ¿Y cuántas personas morirán por eso?

Aquello fue suficiente para dar por terminada la conversación. La hermana se alzó de su asiento, pasó al lado de Murdock y se encaminó para subir al piso en donde se realizaban las misas durante la mayoría de los días. Su tarea era fácil, así que se empeñó en hacerlo como rutinariamente lo hizo.

Y mientras eso hacía, Matthew empezó a prepararse para luchar contra su ira, desprendiendo en cada golpe que le propinaba al costal fuera suficiente para que acabara con el ardor del coraje que recorría sus venas. Golpe tras golpe, iba sumergiéndose en un lugar fuertemente alejado de su cordura, llenándose del diablo que los Murdock tenían dentro.

—No sé si tengo la fuerza para pasar por esto —susurró la hermana Maggie, arrodillada mientras unía sus manos y veía la figura de Jesús—. Es muy terco.

Matt seguía debajo, justo bajo los pies de Maggie, completamente absorto (o casi) de su alrededor.

—Lleno de furia y también arrogancia —hizo una pausa, alzando la mirada, precipitándose a sólo seguir hablando—. Por favor. Por favor, cuida a Matt. Evita que cometa el mismo error que te alejó de nosotros —y allí estaba, lista para lograr sólo decirlo—. Nuestro hijo se parece demasiado a ti, Jack.

Fue suficiente para que el hombre parara, desconcentrándose, trastabillando como si lo hubieran golpeado cerca del oído. Y así, sin más, retrocedió, inclinándose, moviendo la cabeza de un lado a otro, expresando en bajo el papel de la persona que le dio la vida, que lo trajo al mundo y "falleció" en el parto.

¿Sería cierto? ¿Entonces todo este tiempo...?

Y allí estaba Matthew Murdock, hallando verdades de su vida que lo hacían dudar de su identidad, de su verdadero propósito y de la propia soledad que creyó haber dejado atrás.

Quizá jamás lo abandonaría. Quizá fuera, sólo un poco, algo de miedo.

~•~•~

~H E L E N A~

Diecinueve de mayo de 2017.

—¿Segura que es lo que quieres?

—Sólo quiero salir de aquí —le comenté, encaminándome con ella mientras veía a Michelle andar con esa forma patosa que tenía—. Un poco de aire, volver a esa rutina que busco. 

—Podríamos rentar dos habitaciones en un hotel —cuando explicó eso Georgette, giré de golpe a verla y me encontré con su sonrisa comprensiva—. Chel y tú pueden tener la más grande, no te preocupes por ello.

𝐒𝐚𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐟𝐫𝐨𝐦 𝐇𝐞𝐥𝐥 [𝐌𝐚𝐭𝐭 𝐌𝐮𝐫𝐝𝐨𝐜𝐤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora