»Capítulo 29«

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Once de julio de 2016.

—¿Cómo está la pequeña demonio cómo te gusta hacerla llamar?

Helena soltó una risita al escuchar a su tío decir eso del otro lado de la línea.

—Sólo le dije así una vez —comentó la morocha en alegato y entonces dejó de picar los vegetales que necesitaba para la comida.

—Pero lo dijiste y ahora se quedará como un posible apodo cuando vaya creciendo.

—Posiblemente se moleste.

—Si, bueno, quizás sí. Quedando eso de lado, dime, ¿que tal va la semana?

—Todo bien. Antier llevé a Michelle al pediatra, todo en orden y compramos los ingredientes para preparar la comida de hoy —explicó brevemente antes de por fin llevar lo que había cortado a un gran sartén.

—¿Y no invitas? —bromeó Clint.

—Si tan sólo no hubiera tantos kilómetros, posiblemente lo hiciera —le siguió el juego su sobrina y entonces se escuchó al vengador reír del otro lado de la línea.

Bien, más te vale. Debo colgar, pronto hablamos de nuevo, Helly.

—Llámame cuando quieras, siempre estoy disponible, tío —le anunció.

—Lo tendré muy en cuenta. Te quiero.

—Y yo a ti. Saludos a los niños. Adiós.

Colgó la llamada, así que pronto comenzó a encender la estufa al tiempo en que escuchaba a la bebé balbucear en la sala de estar. Actualmente Michelle había cumplido tres meses de edad y, en palabras de su pediatra, era una niña sumamente saludable.

Reía mucho, era algo risueña y movía muchos sus bracitos por todas partes. Sus ojos eran marrones y brillantes, además de que tenía una forma contagiosa de alzar sus comisuras de los labios y mostrar sus encías.

La niña gritaba, pero lo hacía de un modo que una madre sólo comprende. Estaba algo molesta porque desde hace rato se le caía su peluche en forma de cachorro, así que Helena tenía que dejar lo que hacía e ir a ayudarla.

La puerta de entrada sonó y la mujer se dirigió hasta esta para abrirla. Apenas lo hizo, una sonrisa se le esbozó en la boca.

—¿No me esperabas tan temprano?

—Hola a ti también —expuso ella y entonces Matt le besó dulcemente los labios.

—Hola —murmuró en bajo él y después entró al apartamento, escuchando el fuerte balbuceo de la niña—. Hola a ti también, Ellie.

Guardó su bastón y luego se encaminó hasta la pequeña máquina de cuna que mecía a la bebé seguidamente. Matthew se inclinó y tomó a Michelle en sus manos. Le besó le mejilla y la niña sólo sujetó con su pequeño puño la corbata del hombre.

—Sólo llegas y mágicamente guarda silencio —se burló Barton y luego tan sólo se dirigió a la cocina—. ¿Haz comido algo?

—Un poco de café para despertarme —comentó y Helena tan sólo negó con la cabeza.

—De verdad que no sé cómo sobrevives, Murdock.

—Ni yo lo sé.

Helena le lanzó una mirada de advertencia y miró a Matt colocar con cuidado a Michelle en su regazo.

Durante los siguiente minutos Helena dejó la comida en el sartén, esperando a que se pudiera preparar. La mujer se sentó en el sofá, así que en cuanto Matthew dejó a la bebé en su cuna, giró y se quitó el saco y las gafas.

𝐒𝐚𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐟𝐫𝐨𝐦 𝐇𝐞𝐥𝐥 [𝐌𝐚𝐭𝐭 𝐌𝐮𝐫𝐝𝐨𝐜𝐤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora