Dieciséis de noviembre de 2023.
Michael era un niño emocionado. Era un niño que siempre fue feliz, que pocas veces se le veía realmente triste y Matthew se encargó de que la ausencia de su madre cuando creció no lo hundiera en la añoranza de tenerla a su lado.
Cada día de las madres, Matthew salía temprano de su trabajo (adelantando papeles o las posibles estrategias de su caso en manos hasta altas horas de la madrugada) e iba a recogerlo para llevarlo al parque, a algún lugar que lo hiciera feliz y llegaban después de las seis de la tarde.
Matt podría estar desvelado, agotado y con la sensación de sólo querer sentir la almohada debajo de su cabeza. Pero de algo estaba seguro: escuchar a Mike feliz y riendo era la mejor medicina para su malestar.
A veces el niño preguntaba cómo era su madre. Tenía pocos recuerdos de ella, así que le gustaba escuchar a su papá hablarle sobre cómo era la mujer que le dio vida.
—Era graciosa —dijo una vez y lamió sus labios para continuar—. Muy buena contigo, te hacía galletas cuando comenzaste a poder comer y después se reía porque me extendías el bastón todos los días antes de que saliera a trabajar. Volabas en tu andadera entre saltos y pasos torpes.
—¿Y eso la hacía feliz? —los ojos de Michael brillaron de ilusión.
Aquello provocó que los latidos del niño retumbaran en los oídos de Matt y la reacción del abogado fue tragar saliva para deshacer el nudo en su garganta.
—Tú la hacías inmensamente feliz, Mike —responde y el niño sólo se inclina en su almohada, era arropado por su padre y por último sólo sentía el beso en la mejilla de Matthew antes de irse a dormir.
Ahora mismo, no podía sentirse más satisfecho de ver que Michael desparramaba la felicidad de cada poro de su piel. Y todo porque Helena había vuelto y tenía la dicha de compartir su presencia con el pequeño que siempre anheló tenerla.
Matthew tenía la oportunidad de preguntarle de vez en cuando a su hijo cómo se sentía. Y esta mañana, después de una semana de no preguntar, finalmente se sentó en la mesa con su hijo y le habló con paciencia.
—Mike, ¿te sientes bien?
—Si, papá.
—¿Emocionado?
—Un poco —admite.
—¿Es por la escuela?
—El proyecto que Noah, Millie y yo hicimos no excentó el examen, por eso.
—Oh, ya escucho —Michael ríe entre dientes al escuchar a su papá cambiar la frase "oh, ya veo" siempre que la utiliza—. Oye, ¿y qué tal las cosas con mamá? ¿Qué hicieron esta semana?
—Me llevó con ella a Bargon. Hice una tarta francesa con mi tía Georgie y ella. Oh, y la tía Sally y mamá me enseñaron la receta secreta de... —se lleva la mano a la boca y se muerde el dorso de esta— de algo que es sólo secreto entre mami, la tía Sally y yo.
—Okay —le dice Matt y suelta una risa entre dientes mientras esboza otra de sus encantadoras sonrisas naturales—. ¿Y hay más?
—Si, le pregunté si podía ir a ver con ella al doctor a mi hermanita o hermanito.
—¿Y qué te respondió?
—Dijo que lo pensaría. No tiene la cita aún o algo así —se encoge de hombros y luego chasquea su lengua para continuar—. Ojalá pronto se vea porque yo aún no veo a mami con una gran barriga como en las películas.
—Faltan algo de tiempo, no te impacientes —le dice su padre y por dentro, no podía imaginarse el momento en que le dieran la noticia del sexo.
Las piernas se le pusieron rígidas mientras permanecía sentado y después Michael se introdujo en la conversación.
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𝐒𝐚𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐟𝐫𝐨𝐦 𝐇𝐞𝐥𝐥 [𝐌𝐚𝐭𝐭 𝐌𝐮𝐫𝐝𝐨𝐜𝐤]
ФанфикPortada elaborada por @GhostPepper- Helena simplemente regresa a Nueva York después de dos décadas. La ciudad no era el mismo lugar de cuando era niña. Ahora tenían un héroe. El llamado Diablo de Hell's Kitchen. Al reencontrarse con Matthew Murdock...