»Capítulo 7«

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Treinta y uno de octubre de 2015.

—Aguarda, ¿en serio lo estás pensando?

—Georgette...

—Aún ni siquiera tienes el vientre como globo y ya estás pensando en conseguir otro trabajo, Barton —la interrumpió la francesa.

—Sabes que no me dejarán seguir trabajando cuando tenga cinco o incluso siete meses. Será imposible, ya he visto varios casos así cuando trabajaba en Londres —explicó la morocha y después presionó los labios, al mismo tiempo en que se inclinaba.

Observaba a Georgette caminar en círculos en su sala que ahora mismo gracias a Matt, Foggy y Georgette pudo traer los últimos muebles que faltaban.

—Pero no hay tampoco muchas opciones. Tal vez sea Nueva York, pero no pienses que estarás en áreas de total seguridad.

—Lo tengo muy presente.

—¿Y qué harás? —le preguntó.

Helena, en ese instante, sólo mantuvo las manos sobre las rodillas y lo pensó un largo rato, siendo siempre mirada por los relampageantes ojos de Dragon.

—Tal vez regresar a Misuri.

—Bueno, es una buena opción. El único obstáculo es que aún no se los dices, ¿cierto? —el silencio de Barton fue suficiente para que lograra saber que tenía razón—. Tienes que decirle, son tu familia.

—Y lo haré. Lo intenté la otra vez, pero...

—¿Pero...?

—Pero estaban emocionados. Cooper ganó un premio en la feria de ciencias y Lila tuvo un baile de primavera.

—Era una buena oportunidad. Oye, —se sentó al lado de Helena— sé que te aterra decírselos porque tienes miedo a que te hagan a un lado, pero estoy segura, incluso sin conocerlos físicamente, a que te van a apoyar.

—Mi tío lo va a asesinar.

—No si le pides que lo deje en paz y que tú misma te harás cargo.

—¿Y lo podré? Es que...es más común que no lo piense, es algo sobre las hormonas que me explicaron y el hecho de que estoy más... —se le quebró la voz, pero aclaró garganta— sensible.

—Tienes nueve semanas, Helena. Aún hay tiempo de aprender. Incluso si me lo pides, créeme que con gusto comienzo a ir a la biblioteca y busco los maldito libros en la sección de maternidad —expresó y eso causó una risita en la morocha—. Se lo dijiste a la dueña, ella lo entendió. Tal vez si lo piensas mejor, hasta tal vez te cambie de puesto. Recepcionista.

—Claro, como si lo primero que quisieran ver los ricachones de Hell's Kitchen, a excepción de los Bridge, fuera a una embarazada con los pies y el rostro hinchado.

—¿Quién dijo que te verás así? Eres una sensualidad, mujer, ¿cómo te atreves a decir eso? Si no fuera tu amiga y te viera en una maldita barra de un antro, juro que pensaría "Esta noche mamá se va a divertir".

—¡Oh, Dios, Georgette! —y se largó a reír, inclinándose a la vez que soltaba una carcajada.

—Hasta diría eso Murdock si no fuera ciego —expresó.

—Por favor, es Matthew. Conoce de mí antes de que fuera ciego.

—Entonces sabe que desde niña eras bonita como una marguerite.

—¿Margarita?

—Soné como mi madre —y arrugó la nariz—. Bueno, en fin, debo irme.

—¿Nueva cita?

𝐒𝐚𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐟𝐫𝐨𝐦 𝐇𝐞𝐥𝐥 [𝐌𝐚𝐭𝐭 𝐌𝐮𝐫𝐝𝐨𝐜𝐤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora