»Capítulo 55«

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Primero fue lento. Fue como si estuvieran compartiendo la manera en que sus alientos chocaban, dejando que la intensa caricia de sus manos tocándose con suavidad de manera mutua, causó que por fin sólo fuera Matt quien primero llevara sus dedos contra el trasero de Helena, aproximándose mientras sus labios bajaban hasta el cuello de la mujer.

Presionó sus dedos contra la dulce y cálida carne de la zona, teniendo en respuesta un ligero gemido de ella. Y antes de que pudiera seguir, Helena se precipita a llevar sus manos a los botones del inicio de la camisa, aligerando más el nudo de la corbata hasta que le prenda cae al suelo y se concentra en que sus dedos no vayan a hacer el ridículo mientras tiemblan al sentir la oleada de calor que le tiñó las mejillas y provocó que su corazón se acelerara.

—¿Si puedes hacerlo? —le sisea él y besa la sien de ella, dándole a entender de que era un buen momento, de que estaban llevando todo a su debido tiempo.

—Si. Si, es que... —traga saliva con nerviosismo y luego Matt le ayuda, dejando entonces que ambos rieran—. Carajo, ¿cómo por qué es tan difícil?

—Es el mecanismo de defensa. Ya sabes, por si alguien quiere sobrepasarse conmigo —al dar esa explicación, Helena presiona sus labios y retiene la risa en su interior, pero Matt se encarga de llevar sus manos a las costillas de la morocha y sostenerla—. Vamos, aligera la tensión, me estoy volviendo un demente con tu silencio.

Le hizo accidentalmente cosquillas a Helena y ella ríe hasta que siente los labios de Matthew sobre los suyos, metiendo con cautela su lengua hasta que se ve cubierta del encanto con que el abogado se encarga de envolverla en sus brazos, atrapándola, encerrándola entre sus fuertes y atléticos brazos para por fin sentarse sobre el sillón. Cuando lo logró, tropezando un poco y riéndose de ello, Helena se colocó en horcajadas encima de él, volviendo a dejar que se encendiera esa chispa de deseo que ocasiona que las venas se contrajeran en el cuello del hombre, intentando distraerse y no pensar en el bulto que iba apareciendo en su entrepierna.

—Okay, en serio debo de... —y un pequeño ataque de risas generó que Helena colocara su rostro sobre el pecho de Matthew y él riera también.

—Oye, en serio, no sé ni por qué te sigo la corriente.

—Mickey... —se ríe la morocha de nuevo y entonces se lleva la mano al rostro, ocultando su boca mientras toma aire para prepararse una vez más—. Es que es difícil tener el control, por Dios, ¿cómo lo haces?

—Fácil, me concentro. Pero tú... —le besa los labios, tomándole las mejillas, dejando que sus cabezas se movieran al lento ritmo que iba intensificando el abogado— tú lo haces difícil contagiándome de tu risa.

Vuelven a besarse y aquello es suficiente para que Helena pudiera seguir, removiéndose encima de él. Matt suelta un gruñido y curvea una sensual sonrisa.

—No hagas eso —la voz le tiembla debido al esfuerzo que lidia con la situación y la morocha se disculpa en bajo, pero lo vuelve a hacer—. Helena —le advierte, apretando los dientes y moviendo su cabeza, dejando que ella pudiera observar las venas que se podían notar sobre su cuello, recorriéndole casi toda la parte del esófago y parando contra su yugular.

Cuando admira aquello, su dedo recorre la zona, dejando que su uña rozara la piel de Murdock y pudiera notar la manera en que reaccionaba. Su pelvis se contrajo, aproximando esa parte contra el cuerpo de Helena. Sus dedos se presionaron una vez más, esta vez un poco más fuerte sobre las caderas de la morocha.

—Lo haces a propósito —se queja con la voz más grave de lo habitual.

—Tal vez —balbucea y después para, dejando que él volviera la cabeza al estar inclinado hacia atrás, casi esperando que ella siguiera con esa tortura que muy en el fondo le agradaba—. Pero soy buena persona, ¿sabes?

𝐒𝐚𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐟𝐫𝐨𝐦 𝐇𝐞𝐥𝐥 [𝐌𝐚𝐭𝐭 𝐌𝐮𝐫𝐝𝐨𝐜𝐤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora