»Capítulo 43«

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—¿Hablaste con Lizzie? 

—Lo hice, si. Me...me disculpé miles de veces antes de que me avisara que Michelle se portaba bien. Le dije que iría mañana sin falta y... —hizo una breve pausa y entonces añadió en bajo—. Y aquí estoy.

—Lamento el pedirte que te quedaras. Es sólo que, el testimonio de cómo hallamos tú y yo a Jasper podría ser de gran ayuda—explicó Page y se sentó al lado de la mujer, observando que Helena jugueteaba con la cuchara de plástico en el vaso que le ofreció con café negro—. Sé que...las cosas con Matt no van bien.

Barton soltó una risita sarcástica y no perdió de vista el remolino que se iba creando en el café.

—¿Se nota mucho?

—Lo intuí. Perdón si lo pregunto o parezco entrometida, pero...

—Está bien —le interrumpió Helena, alzando los ojos para ver a la mujer rubia—. Es sólo que...es complicado.

—Con Matt las cosas no son fáciles —expuso la señorita Page y los ojos de ambas mujeres se encontraron, provocando que repentinamente hubiera cierta tensión entre las dos—. No intento decir otra cosa, sólo...que me gustaría ver que las cosas mejoren.

—No sé si lo podremos mejorar, Karen —confesó Helena y ajustó sus dedos sobre el café, causando que los dedos se le tornaran blancos por la fuerza que sujetaba alrededor el vaso de cartón.

—¿Por qué lo dices?

—Porque antes de enterarnos, él ya era alguien. Y no por...nuestra presencia u opiniones lograremos que lo haga —Barton tragó saliva disimuladamente y luego se miró los pies, casi intuyendo que podría decirlo mejor estando concentrada en otra cosa que no fuera en el rostro de Page—. No es algo con lo que se pueda discutir.

—¿Y qué tienes pensado que podríamos hacer?

Helena iba a responder, claro que iba a hacerlo, pero de repente la puerta se abrió de la zona de espera en donde se encontraban (el edificio del periódico El Boletín) y de pronto ambas mujeres elevaron la mirada, vislumbrando al recién llegado.

La sangre se le heló a Barton; acompañando esa sensación, el corazón le dio un vuelco en el pecho y un torpe movimiento de sus dedos por poco causan que el café se le cayera. Lo dejó en la mesa de en medio y se irguió, mirando cómo Matt entraba, batiendo ese bastón en su mano y encaminándose con cautela antes de sentir que le golpeaba el aroma del perfume que reconocía.

Sus fosas nasales incluso se contrajeron y se detuvo en seco, inclinando la cabeza hasta que sostuvo el bastón en su mano. Lo empuñó con los dedos envolviéndolo con fuerza y entonces habló, pero lo interrumpió Karen antes de articular alguna palabra, alegando que iría con su jefe, dejando a Matt y a Helena a solas.

—¿Quieres...? —Matt aclaró su garganta para proseguir—. Perdón, ¿quieres sentarte?

—Estoy bien —murmuró ella en respuesta y tomó otro sorbo de su café, precipitándose para sólo verlo de pies a cabeza, vislumbrando el ligero corte en su frente—. Sabía que vendrías.

—¿Por qué lo sabías?

—Porque suena lógico el hecho de que quieras limpiar tu nombre —explicó la morocha y después agregó—. Era coherente y tampoco lo volviste más difícil. 

—Porque no debería serlo —expuso el abogado y luego se sentó lentamente—. No es algo que hago.

Helena alzó las cejas, incapaz de no realizar un gesto sobre ello y después pensó en su conversación con la hermana Maggie, provocando que soltara un suspiro y Matthew lo escuchara, haciendo que golpeara sus tímpanos como una señal de que siguiera hablando.

𝐒𝐚𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐟𝐫𝐨𝐦 𝐇𝐞𝐥𝐥 [𝐌𝐚𝐭𝐭 𝐌𝐮𝐫𝐝𝐨𝐜𝐤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora