Daena era uno de los valles más fríos del reino de Haneul, y esa noche tenía el frescor propio de sus veranos. Aunque el viento que soplaba no tenía hielo suficiente como para enrojecer orejas y mejillas, era lo bastante frío como para hacer que el nervioso pelirrojo refugiara sus pequeñas manos en el bolsillo de su hoodie. A él no le gustaba el frío, ni siquiera cuando era en pocas dosis. Sus delgados dedos siempre se enfriaban con una facilidad fastidiosa. Había intentado de todo para remediar ese problema, desde ejercicios diarios para mejorar su flujo sanguíneo hasta pócimas térmicas y guantes encantados, pero lo único que alguna vez le dio alivio fue la fogosa temperatura de otras manos.
Para empeorar las cosas, los nervios de aquella vez le arrebataron el poco calor que le quedaba en el cuerpo. Sus dedos parecían cubos de hielo.
—¿Por qué estás así? El que quiso venir hoy fuiste tú —dijo el pelinegro que caminaba a su lado. Su amigo tenía unos bonitos ojos zorrunos, y al sonreírle con dulzura también presumió un hoyuelo en cada mejilla. Llevabas las manos enguantadas, como siempre, por lo que no debía ser víctima del frío que hacía—. ¿Prefieres que nos vayamos?
—¡Sí! Eh, no. Eso no. Hoy no —se dijo y se desdijo el de manos heladas, removiendo sus dedos dentro de la tela—. Ya estamos aquí.
El resonar de la música los había acompañado por toda la cuadra, alimentando los nervios. Ahora que estaban frente al origen del ruido, no podían echarse para atrás.
Se encontraban en un vecindario de aquellos que parecían salidos de una sitcom de los noventa, pero con la modernización del minimalismo. Todas las casas eran idénticas, grandes, geométricas, con al menos tres plantas y un amplio jardín delantero. En el patio debían tener hasta baño turco. A la que ellos se dirigían sobresalía del resto por el "bom-bom" de la música, las luces de colores que chillaban a través de los amplios ventanales de su fachada, y por los jóvenes regados por aquí y por allá, unos de pie, otros haciendo piruetas por los aires, otros tumbados en el césped que alguien había podado cuidadosamente esa misma mañana. Las bebidas alcohólicas sobraban por doquier.
Se trataba de la fiesta que abría el verano, la primera después de arduas semanas de exámenes, repleta de seres mágicos hormonados y ansiosos por descargar la magia y el estrés acumulados. La única cosa segura de la noche era que las cosas se podrían salvajes.
El de cabello rojizo tragó grueso.
—B-bien. Aquí es. Vamos a divertirnos —habló con voz vacilante.
El pelinegro le regaló una sonrisa genuina, enternecido por alguna razón. Le pasó un brazo por los hombros en busca de darle confort. Así lo llevó mientras cruzaban el amplio jardín, a través del camino de baldosas que conducía a la entrada. Cuando atravesaron el umbral se sumergieron en un ambiente más denso y escandaloso. La música retumbaba por todas partes y había mucha más gente que en el exterior. El murmullo se convirtió en un torrente de voces y una bruma con olores frutales obstaculizaba la vista.
—¡Heey, San!
Una voz los interceptó ni bien cruzaron el recibidor. Una exótica chica con su cabello azul tejido en dos largas trenzas se acercó a ellos y enlazó palmas de manera enérgica con su amigo pelinegro. Tenía la energía de un ser del bosque, pero Hongjoong no supo decir qué tipo de criatura era exactamente. Tampoco se lo preguntó mucho porque eso le parecía de mala educación.
San ensanchó la sonrisa al verla. Se apuró para ir a darle un abrazo corto.
—¡Komi! ¿Llego tarde?
—Qué va. Apenas está comenzando, pero pensé que no vendrías.
—Sí, yo también lo pensé. —El chico dirigió una mirada divertida a su encogido amigo, quien trató de dar su mejor sonrisa cuando vio que la atención recayó sobre él. En un principio el plan de San había sido festejar el inicio del verano con su mejor amigo, en un plan más íntimo y tranquilo. El rojizo no era mucho de multitudes y estar con él era más importante para San que la fiesta del siglo. Cuando estaban juntos les bastaban unas películas de clase B y una pizza para pasarlo como nunca. Sin embargo, en esa ocasión el rojito lo sorprendió anunciando que deseaba unirse a la decante tradición de fin de semestre. Así, de la nada—. Komi, él es Hongjoong, mi mejor amigo —presentó San, y acto seguido se dirigió a Hongjoong—. Joongie, ella es Misaki, Komi para los amigos.
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Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}
RomanceYunara es la única universidad del reino que admite a todas las razas sobrenaturales que se han sumado al acuerdo civil. En su campus los aburridos y estudiosos magos, futuros eruditos, conforman la base de la pirámide de popularidad, mientras que l...