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Al sábado siguiente, Yeosang asistió a sus clases de refuerzo. Tenía que cursarlas si quería integrarse bien al semestre. Todo no dejaba de ser más que un paripé, pero si hacía algo, lo hacía bien. Lo mismo aplicaba para su integración a la manada de Mingi. Cuando esa clase acabó, fue directo hacia los estacionamientos. Se quedó esperando bajo ese farol en el que alguien había marcado las iniciales L+H dentro de un corazón. Era el lugar en el que Mingi siempre estacionaba su motocicleta. Mientras el alfa llegaba, Yeosang soportaba la ansiedad que le provocaba ese lugar lleno de gente tan diversa, de sonidos y de olores que lo descolocaban. No sabía si llegaría el día en el que se acostumbraría a esa vida universitaria, pero con mucha suerte tampoco tendría que averiguarlo.

Los minutos se alargaban y Mingi no aparecía, algo nuevo para él. En los pocos días que llevaba esperando por él, Mingi no se había retrasado ni una vez. Era exageradamente puntual, como si lo hubiera criado un militar. Por eso que no llegara le provocó que empezar a comerse las uñas. Mil y un ideas empezaron a formarse en su torturada cabeza. ¿Se habría dado cuenta? ¿Lo habrían descubierto?

—Yeosang —una voz detrás suyo lo heló.

La reconoció enseguida. Se giró despacio hasta que fue capaz de ver a ese omega de cabello azabache y ojos oscuros como el ébano.

—Se-seonghwa —tartamudeó sin pretenderlo.

El mellizo se pasó una mano por la nuca.

—A Mingi le salió algo. No podrá venir, me pidió que pasara por ti.

—Oh. Claro. Bueno.

Yeosang se reprendió a sí mismo por su acartonada respuesta. No podía negarse. Se suponía que si quería un lugar en la manada tenía que agradarle a todos, incluso a Seonghwa.

—¿Vamos? —consultó el mellizo enseñando las llaves que tenía en la mano. Yeosang se apresuró a asentir. Lo siguió hasta la camioneta estacionada un poco más adelante y, contrario a todas sus ganas, se subió al asiento del copiloto.

Había hecho grandes esfuerzos por evitar a ese lobo, pero estaba claro que tarde o temprano tendría que pasar tiempo con él.

—¿Con quién dejaste a Eunjin? —preguntó Seonghwa un rato después de haber puesto el coche en marcha. El interior olía a él, con una mezcla de cuerina y polvo. Yeosang hundió la espalda en el asiento y cerró los ojos por un instante. Se dejó llevar—. ¿Yeosang?

—Lo siento. ¿Qué me dijiste?

—Te pregunté que con quién dejaste a Eunjin.

—Está con Sora.

Se hizo un silencio extraño. Yeosang miró sus propios dedos juguetear sobre sus piernas. Su vista se fue por un momento hacia la mano de Seonghwa cuando este usó la palanca de cambio.

—¿Estás nervioso? —preguntó Seonghwa de repente, provocando que el rubio se tensara.

—¿Qué? Eh. No. No, para nada.

—¿Incómodo?

—No, nada de eso.

—Aún no te unes al quorum, pero puedo olerte.

—N-no es verdad, tú aún eres...

—Omega, es cierto. Pero puedo olerte. Cuando termines de unirte a la manada tú también podrás oler emociones.

Yeosang sintió tanto estupor que giró la mirada hacia el perfil de Seonghwa, sin reticencia.

—¿Cómo?

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora