XIX ✧

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Seonghwa fue el primer kamikaze. Él mismo se ofreció para acarrear con las consecuencias en caso de que el alfa de plata reaccionara como Vasil quería.

Mingi caminaba por un pasillo con sus auriculares puestos cuando el omega, que venía en dirección contraria, lo empujó tan fuerte con el hombro que ambos sintieron un malestar en la articulación del brazo. Cuando el argento giró para mentarle la madre al culpable, Seonghwa le sonrió con antipatía por si quedaban dudas de que había sido a propósito. Según contó el pelinegro, el alfa puso mala cara pero después de olfatearlo lo ignoró olímpicamente. Ni siquiera se sacó un auricular.

Seonghwa volvió a intentar cada vez que tuvo la oportunidad, de formas similares, pero el resultado siempre fue más o menos el mismo, hasta que Vasil lo llamó inútil y cobarde, considerando que sus métodos eran demasiado "vainilla".

Entonces ordenó que todos los lobos usaran su creatividad en contra de Mingi. Incluso a Jongho. Se negó a mandar a las lobas alegando que "un útero sano puede ser demasiada motivación para un dominante". Las reglas eran simples: debían fastidiarlo hasta el hastío pero no podían hablarle.

Desde tropiezos, empujones, cafés derramados "por accidente" y balones desviados directo hacia la cabeza del platinado, entre todos trataron de hacerle la vida imposible durante semanas.

Una tarde, el omega más travieso rompió la regla de oro.

—¿Por qué no desafías a Vasil? ¿Temes perder? —preguntó Wooyoung apareciendo por detrás del platinado.

Mingi cerró el libro que trataba de leer en la privacidad de la biblioteca —lugar al que Vasil nunca iba ni por joder— y bufó con tedio. Se levantó en ese momento y empezó a caminar. El lobito, que en ese entonces tenía el cabello teñido de lila, lo siguió.

—No te culpo. Cualquiera se cagaría nada más con verlo.

El alfa no interrumpió su paso a través de los pasillos de estanterías, directo a la salida. Wooyoung se impacientó. Como Vasil, él también creyó que un alfa no podría soportar que un débil omega pusiera en tela de juicio su valor, pero la reacción fue nula. Así que desesperado se atravesó violentamente en su camino.

—Espera —le pidió enseñando sus palmas. Consiguió que el plateado lo mirara con evidente disconformidad.

—Muévete.

—Mingi, ¿cierto? Yo me llamo Wooyoung.

El argento espetó un "a un lado" con la pura mirada.

—¿De qué manada vienes?

En un movimiento vertiginoso, las zarpas del alfa tomaron al omega por el cuello de la camisa para atraerlo con brusquedad.

—Dile al lloricas de Vasil que me chupa un huevo su existencia —Y lo soltó casi haciéndolo estrellar contra los libros.

—Qué carácter —chistó el lila mientras se arreglaba la ropa. Wooyoung había observado tanto a Mingi los últimos días que a esas alturas no le temía más de lo que le temía a Vasil. Por eso se atrevió a imponerse en su camino una vez más—. Si Vasil supiera que estoy hablando contigo me abriría el cuello.

—Qué bien.

—No le vayas a decir, ¿bueno? Soy muy sexy para morir.

—Dejen de joder. Todos ustedes —ordenó con rigidez, empujando al omega con un solo dedo que hundió bruscamente en su pecho. Esperaba que pasara el mensaje al resto de la plaga—. O se ganarán un problema peor que Vasil.

Wooyoung menguó la sonrisa y por un momento también perdió toda chispa de su cara naturalmente socarrona. Las palabras dejaron de fluir con descaro de su garganta y pasaron a atorarse. Mingi debió notarlo porque extrañamente aguardó cuando el lobito hizo el amago de hablar nuevamente.

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora