—No lo entiendo —repitió San—. No entiendo por qué tiene que irse. ¿En qué problema se metió? ¿qué pasó? ¿les dijo algo sobre los celestiales? ¿Así de mal lo trataron? No lo entiendo. Hongjoong no es así.
Wooyoung lo miraba abrumado, con los labios sellados y clavos enterrados en el corazón. No sabía qué decirle. Él no había atentado contra Hongjoong directamente, pero eso no lo privaba de sentirse culpable.
—Creo que se metió en problemas por ayudarme —dijo alguien más, adelantándose al beta.
San alzó la vista para ver al rubio desconocido de antes en el umbral de la puerta. A pesar de lo cabizbajo que estaba, el mago notó las oscuras ojeras debajo de sus ojos. Resaltaban bastante en un rostro tan pulcro.
Urika estaba a su lado y se adelantó para decir:
—San, él es Yeosang. Vino del noreste el día de Noira. Escúchalo, quizá con lo que sabe podemos encontrar a Hongjoong.
San asintió. Wooyoung se apuró a agarrar a San de la mano. La apretó con fuerza. ¿De dónde venía todo el miedo que sentía?
Yeosang empezó a contar su historia omitiendo los eventos que no vinieran al caso. Explicó la condición de Eunjin y sus motivos para engañar a la manada. Contó sus muchas mentiras desde que dejó el noreste, y lo que Hongjoong hizo por él desde que lo descubrió tratando de abrirle el cuello a Mingi.
En algún momento San soltó la mano de Wooyoung y comenzó a pasear de un lado a otro de la habitación.
—Entonces, ¿rompió esa maldición solo? —corroboró nervioso. Urika fue quien asintió, porque Yeosang no tenía recuerdos muy claros del momento exacto en el que todo pasó—. Él no haría eso —dijo el mago después de hacer un rápido recuento de todos los escenarios posibles— ¿Por qué arriesgarse a que los guardianes lo pillen? Hongjoong no es así de descuidado.
Yeosang miró a Urika. La pelirroja, intercambió una mirada con Wooyoung. El lobo hizo esa cara que ponía cuando quería suplicarle que mantuviera la boca cerrada.
—Quizá lo presionamos demasiado —admitió Urika sin hacerle caso—. Yeosang se estaba muriendo y todos estaban muy nerviosos —añadió, sin embargo.
—Sannie...
San se detuvo de repente. Miró al beta.
—¿Tú lo creíste? Que Hongjoong había maldecido a Yeosang.
—Sa-sannie, las cosas fueron... yo no estaba seguro, no sabía qué pensar —balbuceó el lobito.
San no respondió. Sin añadir nada más salió de la habitación y bajó las escaleras. Wooyoung fue detrás.
—¡San! ¡San, espera! ¡Oye! ¿A dónde vas? Voy contigo, busquémoslo juntos —insistió el beta que cada vez estaba peor de los nervios. La situación y el silencio de San lo estaban haciendo entrar en crisis. Cuando iban por el salón, antes de que San saliera por la puerta, lo tomó del hombro y lo hizo girar—. ¡¿Me vas a dejar otra vez?!
—Ahora no, Wooyoung. No tengo tiempo —respondió San tratando de no mirarlo.
—¡Ya lo sé! ¡Pero no me excluyas!
San apretó la mordida. Trató por todos los medios de conservar la calma que lo caracterizaba, porque no le gustaba exaltarse. Casi nunca se enfadaba, y cuando lo hacía prefería buscar distancia hasta que el volcán en su cabeza se volviera a apagar. Pero sabía que lo que Wooyoung tenía de risueño también lo tenía de necio. El lobo no dejaría de insistir.
—Quiero hacer esto solo —sentenció.
—Pero... tú y yo... San, no... —A Wooyoung se le trabaron las palabras. Como no pudieron salir por su boca se aglutinaron en sus ojos en forma de gotas saladas—. ¿Por qué? ¡No te entiendo! Me estás culpando, ¿verdad? ¡Estuve todo este tiempo preocupado por ti, San! ¡Ni siquiera sabía si ibas a volver! ¡¿Y ahora yo tengo la culpa de todo?!
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Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}
Roman d'amourYunara es la única universidad del reino que admite a todas las razas sobrenaturales que se han sumado al acuerdo civil. En su campus los aburridos y estudiosos magos, futuros eruditos, conforman la base de la pirámide de popularidad, mientras que l...