LXII ✹

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Jongho dejó ir un largo suspiro antes de tumbarse en las escaleras del porche, al lado de Yeosang. El rubio había tenido la mirada perdida entre los árboles del bosque hasta que sintió a Jongho. Agachó la mirada y lo miró de reojo, pero cobrizo no dijo nada.

—¿Wooyoung sigue dormido? —preguntó Yeosang cuando fue incapaz de soportar por más tiempo el severo silencio del beta.

—Mh-hu.

Yeosang juntó las piernas y alargó la espalda con una rectitud militar. De toda la manada, Jongho era con quien menos palabras había cruzado. El cobrizo solo se había dirigido a él para cuestionarlo respecto a Mingi. No le había hecho ningún desplante, pero tampoco había hecho esfuerzo alguno porque se sintiera bien recibido. Yeosang no lo resentía. Desde el principio nunca quiso llamar la atención, y hasta habría preferido que Jongho lo ignorara, pero en más de una ocasión había sentido el peso de su mirada silenciosa. Era atemorizante. No le cabía duda de que si entre la manada había alguien que no había perdonado sus mentiras, aparte de Seonghwa, ese era Jongho.

La voz del cobrizo sonó clara e inesperada:

—¿Tú conocías a Honan y a Kena antes de venir aquí?

El rubio se sobresaltó. Se apuró a responder con diligencia:

—Sí, desde niños. Kena nació muy enfermo y mi madre iba a verlo todas las semanas en calidad de curandera. No tenía con quien dejarme así que me llevaba con ella.

Jongho arrugó el ceño y Yeosang supo que acababa de decirle algo nuevo.

—¿Enfermo de qué? Joder, ¿está enfermo ahora?

—No, no. Lo superó hace mucho tiempo. Kena es más duro de lo que parece.

La sonrisa conciliadora de Yeosang se desvaneció cuando vio que las expresiones duras de Jongho no cambiaban en lo más mínimo.

—Yeosang, si los conoces desde niños sabes cómo son —dijo unos segundos después. Yeosang asintió.

—Bueno, creo.

—¿Cuándo fueron a buscarte te pareció que Honan actuaba extraño?

—Si por extraño te refieres a mejor que antes, sí —dijo y dirigió la mirada hacia el horizonte habitado por picos de montaña. Podía verlos asomados entre los árboles—. Recuerdo que pensé que les había hecho bien marcharse. En el noreste las cosas no siempre fueron fáciles para ellos. Eran los hijos de un alfa destituido. Todos cuestionaban su lugar en la manada, así que ellos se acostumbraron a ser callados y complacientes. Pero ahora son diferentes. Son más confiados, más fuertes, ya no les da miedo decir lo que piensan... Sentí envidia de ellos —admitió con una sonrisa débil.

Jongho clavó su mirada férrea en él. Frunció la nariz como si lo asqueara esa debilidad.

—¿Y cuándo llegamos? ¿Había algo extraño en ellos? Tu fuiste el último en ver a Kena antes de que se lo llevaran.

Yeosang asintió nervioso. La mirada de Jongho, su voz, sus movimientos y hasta su respiración, todo era inquisitivo y demandante.

—N-no... Digo, sí. Yo estaba con él. Cuando aparecieron los birrus le pedí que cuidara de Eunjin. Fue la última vez que lo vi.

—¿Y Honan?

—Lo habíamos perdido desde la carretera. Cuando ocurrió el asalto Kena quiso ir detrás de él, pero unos lobo del norte nos cortaron el camino y tuvimos que correr en otra dirección. Fue cuando tú apareciste. Y Seonghwa...

Jongho botó aire por la nariz. Apoyó los codos en el escalón que estaba por encima del que él usaba de asiento y frunció la boca con frustración. Después de un rato así se levantó y empezó a irse sin haber dicho nada más.

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora