IX ☾

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Como si Wooyoung hubiera estado agazapado esperando el momento exacto en el que Hongjoong estuviera lo más cerca posible de Mingi, soltó de repente:

—Aaaaaah, ¡Hongjoong! ¿Adivina qué encontré por ahí?

Oh no. El mago vio como Wooyoung sacaba su teléfono con afán mientras le dedicaba la sonrisa más maligna e irrespetuosa de todas. El mago lo vio venir. No podía ser. Ahí no, con Mingi a su lado. Hizo un ruego al cielo, que el río mágico se apiadara de él.

Pero no hubo fuerza que lo amparara. El lobo travieso reprodujo el video. Su risa de delfín fue el preludio de la humillación. Empezó a cantar la maldita estrofa de Saturno y sus horas planetarias, con terrorífica exactitud. ¿Por qué siempre era esa la que remedaban? Wooyoung batió la cabeza hasta que no pudo contener más la energía de su cuerpo y tuvo que levantarse a bailar con movimientos exagerados. No dejaba el lado de San en toda la noche salvo para fastidiarlo a él. Y para empeorar las cosas, una segunda voz se le unió: Urika, al otro lado de la fogata, se levantó como un resorte a corearlo. Los dos acabaron juntando sus espaldas en la paródica interpretación. San echó a reír a pesar de que hizo el esfuerzo de taparse la boca con una mano. Hasta el apático de Jongho dejó de besar a Yunho para acabar en las risas. Los mellizos incluso vitorearon.

"Saturno gira sus aros al final del septenario
Pero la noche lo aterra y sólo muestra su cara a la hora sexta
A la mañana exclama: ¡De níspero y roble recojan todas las ramas!
¡De eléboro y ruda que no queden trazas!
A las cinco, a las doce
Que Saturno vuelve y duerme a la hora primera de la noche
"

Y algunos lamentables "yeah".

Los ruegos de Hongjoong para que pararan fueron ignorados.

—¿Qué es todo esto? —La voz cavernosa de Mingi se elevó. La sonrisa del alfa se notó en ella. De pronto estaba interesado por el motivo de tanto escándalo. Hongjoong quiso saltar sobre él y arrastrarlo a otra parte. Se le vinieron a la mente varios conjuros que hubiera podido realizar para aislarlo o para evitar que viera y escuchara. Estuvo a punto de ejecutar uno. Pero se contuvo. Lo último que vio Hongjoong antes de taparse la cara con ambas manos fue como Urika dejaba de bailar para enseñarle al líder aquel desafortunado video.

La perdición para el pequeño mago siempre estaba a la orden del día.

¿Con qué cara sería capaz de ver a Mingi de nuevo? Estaba claro que tarde o temprano el rap del herbolario llegaría a los oídos del lobo plateado, pero Hongjoong había esperado que lo hiciera tarde, cuando Mingi ya lo quisiera lo suficiente como para ser incapaz de encontrarlo ridículo.

Así estaba hundiéndose más en miseria sin saber que, quien lo sacaría de esa vergonzosa oscuridad sería justamente Mingi: de repente escuchó la risa más profunda y atractiva que hubiera escuchado jamás, tan clara y marcada que el mago sintió el sonido retumbando en su piel. Cual caricia etérea. Corriendo se quitó las manos de la cara para comprobarlo: era una carcajada de Mingi. El alfa reía con agrado, y su risa enérgica fue tan magnífica que Hongjoong no pudo encontrar malicia en ella.

Mingi enseñaba toda la dentadura al reír, y hasta las encías. Sus caninos fuertemente constituidos tenían el filo redondo tan característico de los cánidos. También cerraba tanto los ojos que se volvían dos líneas pronunciadas en su rostro. El video siguió pasando de lobo en lobo, de invitado en invitado, pero a Hongjoong ya no le importó. Ahora que el dúo del mal había terminado de remedarlo, el alfa volvió a darle su atención.

—¿Tú escribiste esas líneas?

—Tenía 14 años, ¿sí? Ten eso en cuenta, por favor —rogó el mago con poca voz y toda la sangre del cuerpo en las mejillas. Mingi volvió a reír.

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora