El día llegó inmerso en nubarrones. El cielo aludía a la tormenta, pero los cianómetros no anunciaban lluvia. La mañana en la cabaña Song fue demasiado tranquila, inmersos en la calma predecesora a toda tempestad.
—San, Isa —llamó Hongjoong a los dos no licántropos en privado, aprovechando que los tres fueron los primeros en despertar—. Hablemos del plan B. —Los dos asintieron—. Puede que necesitemos más que una pantalla de humo. Temo que el oscuro trate de romper la barrera.
—¿Y puede hacerlo? —preguntó Isa alarmándose. San se cruzó de brazos pensando que quien fuera capaz de romper un hechizo de Hongjoong merecía su más profundo temor.
Parecía tarde para contemplar esa posibilidad, pero nunca contaron con que el bando enemigo también tuviera magos de su lado.
—Después de ver lo que hizo con los alaurus tengo mis dudas. Si su ejecución es mejor que la mía podría superarme. Yo estoy un poco oxidado... —suspiró sobándose una mejilla con su palma helada. Pero con la confusión en los ojos de la chica se dio cuenta de su desliz—. Desde luego lo estoy si las barreras no son mi especialidad —añadió a manera de explicación, y ella asintió preocupada—. De todas formas es de sabios contemplar el peor escenario.
—¿Qué tienes en mente? —indagó San.
—¿Honestamente? Nada —admitió apenado—. Pero tres cabezas piensan mejor que una —volvió a decir con mirada huidiza. Los otros dos sonrieron comprensivos, San incluso lo hizo conmovido. Le gustaba cuando Hongjoong le pedía ayuda, evento con la ocurrencia de una estrella fugaz.
Entre los tres llegaron a la conclusión de que una barrera rota era demasiado riesgo, razón por la que el plan B debía ser de prevención y no de contingencia. Si el oscuro intentaba quebrar la barrera harían una transferencia mágica, algo que le permitiría a San dominar el hechizo de barrera por unos segundos aunque él no lo hubiera lanzado. Hongjoong levantaría otra inmediatamente, antes de que la anterior terminara de quebrarse. Lo harían de esa forma hasta el amanecer. Era un plan desgastante pero no encontraron mejor alternativa. Aquello significaría, además, que Hongjoong no podría seguir dándole indicaciones a los pastores, por lo que, al mismo tiempo, Isabella se encargaría de atraer a los omegas hacia la cabaña con tal de que no salieran de la protección mágica.
Horas más tarde los lobos empezaron a despertar, asegurando que ya podían sentir en los huesos cómo se avecinaba la influencia de la superluna.
Hongjoong le pidió un pequeño favor a Mingi. Necesitaba un amuleto de la buena suerte para semejante batalla, uno poderoso. También deseaba que el alfa se relajara un poco.
—¿Cómo se siente la superluna? —preguntó mientras que sus ojos buscaban entre los arbustos a medida que caminaban hombro con hombro por el bosque.
No estaban muy lejos de la cabaña para tranquilidad de Mingi, quien lo miraba pacientemente. Tardó en responder, probablemente buscando las palabras.
—Como una picazón debajo de la piel, donde no te puedes rascar.
—Suena frustrante.
—Para los demás debe ser peor.
El mago dejó de mirar entre las hojas para fijarse en el argento por un momento. Lucía invicto como siempre, con los hombros caídos y los labios torcidos naturalmente en una mueca perezosa. Tan irresistible. Mingi se mostraba a años luz de perder el control esa o cualquier otra noche.
—¿No recuerdas cómo fue para ti antes de llegar a alfa?
Los ojos azules lo miraron con una fijeza de carácter inescrutable. De pronto se fue acercando a él. Hongjoong enderezó la postura por instinto, preparado para recibirlo. El lobo deslizó las manos por los costados de su cintura y las afirmó ahí como si fueran su posadera natural.
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Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}
RomanceYunara es la única universidad del reino que admite a todas las razas sobrenaturales que se han sumado al acuerdo civil. En su campus los aburridos y estudiosos magos, futuros eruditos, conforman la base de la pirámide de popularidad, mientras que l...