XLIV ✹

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Todos en Yunara le temen a los lobos. Hasta aquellos comprometidos con la unión de las razas y los que sienten atracción hacia ellos evitan molestarlos, y entre las pocas excepciones sólo se encuentran los insensatos. El temor no viene del prejuicio, sino del instinto. Los licántropos, incluso cuando están tranquilos, emanan un aura que despierta el sentido de supervivencia de las demás criaturas. Como depredadores natos que son, tienen una presencia invasiva que empeorada cuando están hambrientos, rabiosos o fuera de sí.

Tal como Wooyoung se encontraba ese día.

El lobito atravesaba los pasillos de la facultad mágica con cara de pocos amigos y con los puños apretados. Todos apuraban el paso para no acabar atravesados en su camino sin entender su presencia entre ellos. Desde las esporádicas apariciones de Mingi en la facultad de magia, ningún otro lobo se había asomado por esos lares. No tenían motivos para aparecerse. Wooyoung no los había tenía tampoco porque San nunca alargaba su tiempo entre sus pares. Pero había resultado que Hongjoong, cuando no aparecía por su cuenta con sus ojos curiosos y sus sonrisas educadas, se volvía la criatura más difícil de encontrar de todo Haneul. Y lo peor era que a esas alturas Wooyoung estaba seguro de que el escurridizo anaranjado incluso se estaba ocultando, usando algún hechizo para apagar su olor. No había sido capaz de atrapar su rastro desde que volvieron de Noria. Sin embargo, ese día, por la razón que fuera, por fin había conseguido una esquirla de su olor.

Wooyoung empujó a varios magos que estaban parloteando frente a un salón para abrir esa puerta de golpe.

—¡HONGJOONG! —rugió.

—¡Mierda! —soltó Dohang sobresaltado por la interrupción. El rapado se había despegado de su asiento por el susto.

—¡Por todos los dioses, Dohang!, ¿ahora a tí también te buscan los lobos? —espetó una chica que estaba con él. Los dos estaban solos en el salón. Wooyoung lo comprobó después de mirar y olfatear por todo el lugar. Si Hongjoong estaba ahí llevaba un hechizo de invisibilidad o una mierda así. En realidad, el rastro que creyó percibir venía del odioso de su primo, y no de Hongjoong.

El lobito caminó hacia la pareja con pasos de elefante. Dohang ahogó la apresurada pregunta de "¿qué demonios quieres?" justo antes de que el cánido lo agarrara por la ropa. Lo atrajo y le olfateó el hombro.

—Esto es de Hongjoong.

—¡¿Qué?! ¡Déjame! —Dohang se zafó del agarre con el color subido a la cara.

—¿Dónde está él?

—No lo sé ni me importa. Ahora lárgate de aquí, este no es tu territorio.

El lobo enseñó los colmillos que de pronto parecieron más grandes y robustos. Sus ojos vibraron con un brillo carnívoro cuando acercó esa amenaza a la cara del mago. Dohang levantó una mano y a punto estuvo de abrir la boca, pero recordó que podía meterse en problemas si conjuraba un hechizo, y peor aún contra un lobo. Nada de eso le convenía ahora que los juegos estaban cerca de empezar. Con San fuera del juego, Hongjoon no tendría más alternativa que hacer equipo con él.

Pero esos lobos seguían estorbando.

—¿Dónde está Hongjoong? —rugió Wooyoung.

—En la biblioteca —acabó cediendo a contra dientes. De todas formas, nada iba a cambiar ahora—. A esta hora está en la biblioteca. Ahora suéltame.

—¡Mentira! Lo he buscado ahí toda la semana.

—Si no es la biblioteca, está en la terraza.

—¿Cuál? —volvió a rugir Wooyoung.

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora