Sus ojos se abrieron de repente, de la forma más súbita, y dio una profunda inhalada. El sonido que provocó fue agónico, pero estaba más vivo que nunca. Los mellizos estaban a su lado, pero Yeosang solo vio a Seonghwa. Su respiración había advertido al azabache que ahora lo miraba como si estuviera frente un resucitado. Y Yeosang realmente se sentía como si hubiera ido hasta las puertas de la muerte para después regresar andando. Estaba exhausto, pero se sentía mejor de lo que se había sentido en meses. ¿Eso en su cabeza era su propia voz? El silencio entre sus pensamientos era abrumador. Su pecho palpitaba enardecido.
Cuando se movió descubrió a su cuerpo entumecido. Se preguntó cuánto había estado así, tumbado en cama como un muerto. Rápidamente salió de las sábanas y se levantó la camiseta. Miró en su pecho y no vio nada, ni siquiera una cicatriz. Se había ido. Volvió a encontrarse con los ojos de Seonghwa y su corazón se saltó un latido. No estaba acostumbrado a marchar con tanta prisa. El azabache le sonrió con un alivio cauteloso pero infinito, tan intenso que Yeosang lo sintió en la piel. Estuvo a punto de espejar esa sonrisa, pero su mente terminó de acomodarse en el tiempo y el espacio.
Su sentó con tanta prisa que un mareo punzante reprendió su imprudencia. Se llevó una mano a la cabeza y la angustia frunció su expresión. Buscó a su alrededor con desespero. Vio a Jongho abandonar la habitación en ese momento sin haber sumado palabra.
—Eunjin—musitó Yeosang con una afonía tan marcada que casi no reconoció su propia voz.
—No te sientes así. —Seonghwa lo empujó por los hombro con suavidad—. Eunjin está bien. Isabella y Sora la cuidan. No le quitan el ojo del encima.
Pero Yeosang no accedió a volver a la cama ni encontró calma en las palabras de Seonghwa.
—¿Ella está bien?
—Está como siempre.
—Hongjoong —jadeó el rubio—. ¿Dónde...?
La expresión del mellizo se nubló.
—Se ha ido. Puedes estar tranquilo, no te hará más daño.
De nuevo, no hubo alivio. La congoja en Yeosang sólo empeoró.
—No... —jadeó y reunió fuerzas para decir sin balbuceos—: ¿A dónde ha ido? Que venga.
Seonghwa se acordó de aquel "perdón" que creyó leer de los gestos de Yeosang sobre la palma del mago, pero no quiso seguir por ese camino. No iba a reparar en algo que no tenía sentido, mucho menos ahora que Yeosang por fin había despertado y su alma rota encontraba un poco de alivio.
—Yeosang —marcó con el ceño fruncido, pero con un tono muy calmo de voz—. Acabas de despertar, estás confundido. Ve con calma, ¿te sientes mal?
—Trae a Mingi —rogó Yeosang casi interrumpiéndolo. Se arrastró por la cama para salir, pero Seonghwa se lo impidió afirmando el agarre en sus hombros. Yeosang no quería mirarlo a lo ojos. Sabía que le había mentido—. ¡Lo siento! —espetó desesperado y cabizbajo—. Seonghwa, necesito hablar con Mingi. Por favor.
La voz de Yeosang sonaba como si alguien hubiera abierto huecos por toda su garganta. Eso no le impidió alzar la voz. Seonghwa aparto las manos. Una parte de él se retorció por ver a Yeosang clamando por otro lobo como si lo necesitara para vivir, pero aplacó cualquier instinto porque la última vez que le dejó el control a ese demonio que se había engendrado en sus adentros, perdió más de lo que podía concebir.
—Yo voy por él —intervino Seongjin.
Ella tampoco entendía la situación, pero necesitaba que todo terminara pronto. Por su hermano, por Yeosang, por ella misma. Si se irían con las manos vacías, no quería que los minutos se alargaran más. Pero cuando la loba salió al pasillo se encontró con que Jongho ya había corrido la voz. Los demás lobos se habían acercado a la puerta, y en ese momento estaban llegando Wooyoung, Urika y Mingi.
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Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}
RomanceYunara es la única universidad del reino que admite a todas las razas sobrenaturales que se han sumado al acuerdo civil. En su campus los aburridos y estudiosos magos, futuros eruditos, conforman la base de la pirámide de popularidad, mientras que l...