LXVI ✹

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¡Actualización sorpresa!



El camino de piedra que San y Wooyoung recorrian tenía un aire muy distinto a la primera vez que San lo vio. Aquello fue al inicio de las vacaciones de verano, cuando asistió al lugar con Hongjoong. En aquel entonces ese jardín delantero parecía un carnaval. Ahora ya no había adolescentes desperdigados por el pasto ni luces de neón saliendo de las ventanas. La casa lucía impoluta, estática y perfecta. Además, era de mañana y el sol hacía que el césped bien cuidado brillara como esmeraldas.

—Estás muy nervioso, San. Relájate -susurró Wooyoung apretando el agarre de sus manos-. Dijiste que ni Azrael ni el odioso de su hijo están en casa.

—Es probable que Reese esté sola con el personal -convino el mago en un susurro.

Seguro que esa casona tenía personal del servicio y todo, cómo en las películas.

—Ya está, entonces no pasa nada. No hay por qué poner esa cara de tragedia. Parece que vas a asaltar un banco.

Wooyoung tiró de San hasta el portón y tocó el timbre, sin miramientos. Sin el conteo hasta tres de rigor. No pasó mucho tiempo antes de que les abriera una mujer en uniforme. Tenía un porte elegante y un moño alto en la cabeza. Los miró a los dos de arriba a abajo. Al ver que San no decía nada, Wooyoung ensanchó la sonrisa y tomó la palabra.

—Buenos días, ¿está Azrael?

—El señor Azrael no se encuentra -dijo la mujer con desconfianza.

—Oh, qué pena. Bueno, ¿me presta el baño?

San quiso darse una palmada en la frente. La mujer agravó su expresión.

—Mire, muchachito, tengo mucho que hacer y...

—¿Quién es, Greta?

Una voz femenina sonó detrás de la uniformada. Se asomó entonces una mujer de largos rizos rubios. Era alta y espigada, y tenía una sonrisa cordial. San tragó saliva. A Wooyoung esa fémina opulenta se le hizo familiar. Muy familiar.

—Oh. Tú eres San, ¿verdad? Mi marido me ha hablado de ti. Y tú debes ser Woo...

—Wooyoung.

—Greta, déjalos pasar. ¿Quieren algo de beber?

—Una refresco, gracias —dijo el lobo con su mejor cara.

La mujer ensanchó la sonrisa y le hizo un gesto a la uniformada quien enseguida se perdió por un pasillo sin rechistar. Wooyoung arrastró a San al recibidor.

—Oh, no me he presentado. Yo soy Lailah Anesa. No había tenido el gusto de conocerlos.

Wooyoung entendió entonces de dónde la conocía. Lailah no usaba el apellido de su esposo, sino que se había dejado el propio. «Lailah Anesa» figuraba en muchos afiches y periódicos, a veces hasta en las noticias. La mujer había pasado los últimos meses dándose a conocer como aspirante al parlamento en las próximas elecciones, y al parecer era una de las favoritas. Él no se enteraba mucho porque no le interesaba, y menos con tantos problemas encima, pero habría sido imposible no verla con tanto bombo que se le había dado. También era la madre de Reese y Oliver. Esposa de Azrael.

San debió intuir la conexión neuronal que Wooyoung acababa de hacer, porque le dio un suave tirón de la mano para que quitara la cara de tonto que se le había quedado.

—Ah, encantado.

—¿Quieren pasar a sentarse?

—Gracias, qué amable.

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora