XXI ☾

846 128 110
                                    



—¡San es un lloricas! —se burló Urika señalando a su víctima.

El mencionado, que ya no comía porque en alguna parte del relato perdió el apetito, ahora tenía a Wooyoung entre sus brazos y entre sus piernas. Sentado con los pies apoyados en el suelo y las rodillas elevadas, había formado una especie de jaula de carne para encerrar al lobito. Wooyoung tenía las manos en su pecho y lo observaba fascinado, como si nunca hubiera visto a nadie llorar. Con cuidado secó las lágrimas que se habían acumulado a traición en las líneas de sus ojos, antes de que cayeran.

—Es que no entiendo cómo Yunara permitió todo eso. ¿Y La Alianza? —interrogó pese a su voz de llanto, tratando de verse entero.

—Ellos sólo intervienen cuando los agresores son de otras razas. Es parte de "respetar la naturaleza propia de cada gremio" —explicó Sora, que ahora estaba sentada junto a Isabella.

San asintió con un labio abultado. Igualmente le resultaba insólito, él detestaba la violencia y era especialmente sensible a las injusticias. Ahora cuando volvía a ver a los ojos ambarinos de ese lobito atrevido se encogía al imaginarlo en el papel protagónico de escenas tan atroces como las que acababa de escuchar.

—Eres muy arriesgado, Woo —le dijo—. ¿Cómo fuiste capaz de hacer algo así? ¿Y si Mingi no hubiera llegado a tiempo? ¿No pensaste en eso? No sabía que era tan difícil para ustedes... —San no hablaba con reproche, sino verdaderamente conmocionado.

Wooyoung solo le sonrió conmovido, mimado. No dio explicaciones, San no las necesitaba realmente.

Hongjoong no había derramado ninguna lágrima porque no era de fácil llorar, pero estaba tan turbado como su mejor amigo. Su corazón permanecía comprimido en su pecho, con miles de preguntas, miles de pensamientos y hasta arrepentimientos. Si se hubiera acercado antes a la manada seguramente habría sido capaz de hacer algo para ayudarlos. Aunque no le correspondiera. Pero el "hubiera" no existe y los lobos habían encontrado mejor camino por cuenta propia.

Pero había algo.

—Entonces, ¿ustedes van a separarse cuando todos sean alfas? —interrogó con un vacío formándose en su pecho. Ese detalle lo torturaba especialmente. Era lógico que todos añoraran el nunca volver a tener que depender de nadie, pero, ¿qué haría Mingi después? ¿Se quedaría sólo a pesar de lo mucho que disfrutaba de cuidar a los suyos? Quizá en un principio el alfa no quería comprometerse pero ahora bastaba ver la ternura con la que miraba a su manada para saber que eran su vida entera. Al mago le dio una punzada en el corazón.

—Tranquilo, Hongito. Mingi es el único que todavía piensa que ese acuerdo se mantiene. Cuando lo propuso nunca había tenido omegas a cargo, él creía que llevarnos a alfa le tomaría dos superlunas a lo mucho cuando es obvio que no es tan simple. El muy tonto se quedó atascado con nosotros —Urika soltó esa risa suya de muñeca poseída por siete demonios.

—Tan idiota es que llegó a querernos. Apuesto a que eso no estaba en sus planes —sumó Wooyoung con la misma risa endemoniada y la cabeza recostada en el hombro de San—. Nadie quiere dejar la manada. A mí ni siquiera me interesa subir de jerarquía, con ser beta estoy bien. Los alfas atraen mucha atención indeseada.

Hongjoong largó un sonoro suspiro. Su mirada fue hacia Sora. El maguito le pidió una confirmación silenciosa y ella se la dio de lo más entretenida:

—Yo sí quiero subir. Nací para ser alfa —aseguró ella guiñando un ojo—. Pero no quiero otra manada, ya me encariñé con estos esbirros de satanás. Además, formar manada no es fácil y ser líder es demasiada responsabilidad.

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora