V ☾

746 131 62
                                    



La siguiente vez que Hongjoong vio a Mingi durante ese verano pareció obra de la casualidad, pero fue completamente intencional.

En esa y en todas las universidades de Haneul, los magos eran los únicos que tenían un número limitado de énfasis, y algunos de ellos eran exclusivos de la raza. A los demás seres sobrenaturales también se les enseñaba a controlar sus naturalezas y se les orientaba hacia los oficios en los que sus habilidades innatas les dieran la ventaja, pero eran libres de escoger en una gama más amplia. Desde luego que la sociedad esperaba que se cumplieran ciertos roles y esa presión influía al momento de elegir. Por eso eran los más osados quienes tenían el mayor abanico de posibilidades.

Hongjoong no sabía la razón, pero Mingi era un caso aparte. El alfa no tenía un énfasis como tal, sino que aparte de las clases propias de los licántropos, que no eran muchas, tomaba un popurrí de cursos que no parecían relacionados entre sí. Lo sabía con certeza porque puso mucho esfuerzo en averiguarlo. El asunto le generaba una curiosidad enorme, pero no era tan irrespetuoso como para forzar las cosas hasta dar con la razón detrás de tal irregularidad.

De cualquier forma, dentro de ese popurrí se encontraban varias químicas, y Hongjoong era excelente en todas. No como Mingi, que se encontraba cursando en verano para recuperar un curso perdido.

El pequeño mago empleó varias tardes y varias mañanas en pasarse tranquilamente por la biblioteca de la universidad hasta que por fin coincidió con los cabellos platinados del can siendo bañados por la luz suave y difusa que entraba por la ventana. El magnífico lobo le daba la espalda a cualquier demostración luminiscente por tener toda su atención en el libro que trataba de leer. A un lado tenía una libreta en la que juiciosamente tomaba nota. El que hubiera dicho que a Mingi sólo le importaban las peleas y ocasionalmente jugar con alguna fémina, nunca lo había visto así: frunciendo el ceño al desmenuzar una idea para luego apuntarla en su libreta con tal torpeza que el anaranjado encontró adorable.

—¿Me puedo sentar? —preguntó después de reunir todas sus agallas para acercarse. Aunque sus manos sudaban frío y su latir fuera errático, consiguió actuar con la naturalidad de siempre, sonriendo con calidez y educación.

Mingi se enderezó para dirigir la mirada hacia él. Se mostró extrañado y Hongjoong sintió como sus nervios se multiplicaban. El mago admitía que era una petición extraña, la biblioteca estaba prácticamente vacía así que las mesas libres sobraban y ellos no eran amigos todavía. Aun así el lobo ladeó una mueca en sus labios y señaló las sillas libres junto a él con la palma abierta de su mano.

Hongjoong ensanchó la sonrisa y se apresuró a tomar asiento directamente a su lado. Sintió que Mingi mantuvo la mirada sobre él un momento, probablemente intrigado por su comportamiento, así que se esforzó por lucir convencido cuando abrió el libro que había traído para leer: uno sobre antiguos rituales mágicos que habían quedado en desuso; el alfa bajó la guardia y regresó a su libro de química. El pelirrojo reconoció el texto ajeno con sólo un vistazo disimulado, pues en su momento él también lo había usado para aprender.

Así pasaron los minutos. Hongjoong incluso llegó a concentrarse en su lectura en algunos momentos en los que la encontró estimulante, pero no descuidó al lobo. Sentía la cadencia de su respiración, los suspiros ocasionales y la manera en la que a veces sacudía una pierna cuando se frustraba con algo. En un momento anudó las manos en su nuca y reclinó bruscamente la espalda contra la silla, soltando un resoplido de hastío. Llegó a derretirse tanto en su asiento que sus ojos azules quedaron por debajo de los del mago, siendo que en la realidad Mingi lo supera por más de diez centímetros.

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora