XII ☾

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—Hongjoong, quiero que sepas que me costó mucho que mi padre me lo mandara. Tuve que convencerlo de que tenía una genuina curiosidad por estos temas cuando toda la vida le he dicho lo contrario. Él me encomendó muy encarecidamente que no fuera a doblar una sola punta de sus páginas. Escribió este libro a mano, ¿sabes?

El anaranjado se contuvo para no rodar los ojos. En lugar de eso mantuvo una brillante sonrisa y asintió.

—Sí. Te lo agradeceré toda la vida y me encargaré de entregarlo en perfecto estado —Trató de tomar el grueso texto que sostenía el rapado en sus manos, pero este lo alejó.

—También tuve que pagar con mis ahorros los gastos de envío. Ya sabes cómo es mi padre con eso de forjar el carácter, no quiso usar ningún hechizo rastreador.

—No te preocupes por eso, te devolveré cada centavo.

—De verdad no quería tener que llamar a casa durante el verano. El viejo aprovechó para presionarme y ahora tendré que ir a un bautizo. ¡A un bautizo! Tú sabes lo aburridos que son. Pero, ¿qué otra opción tenía? Si después de ignorar sus llamadas durante semanas de repente llamé pidiendo un favor.

Hongjoong finalmente resopló exasperado.

—¿Qué es lo que quieres, Dohang? —espetó ya sin encanto.

El castaño sonrió satisfecho.

—Sé mi pareja en los juegos mágicos.

—No puedo, ya estoy con San —respondió el anaranjado con obviedad.

—San es débil. Soy la mejor opción lo veas por donde lo veas. ¿Sabes cuántos me han pedido lo que yo te estoy pidiendo?

—San es mejor mago que tú —alegó ofendido—. Si tienes tan amplio abanico de opciones no entiendo por qué me lo pides a mí. Ni siquiera tengo buen control.

El castaño rapado enderezó la postura y endureció la mirada en un gesto reprobatorio, casi de reproche. Hongjoong se había olvidado de que la misma mentira no calaba igual para todos. Dohang era, de hecho, a quien menos podía engañar. Sólo apartó la mirada y suspiró.

—Mira...

—Hongjoong —interrumpió Dohang que había dejado el pesado libro sobre su comedor. Muchas veces le ofreció al anaranjado pasar el verano o cualquier fin de semana en su cómodo apartamento, pero Hongjoong no puso un pie ahí hasta que fue por ir a buscar el dichoso libro. Con las manos libres se tomó la libertad de atrapar una de las heladas manos del más bajo entre las suyas—. Los embajadores estarán ahí y tú necesitas impresionarlos. No puedes esperar a la graduación para obtener una licencia, la ascensión de Byeongho será en cualquier momento. Por favor, Hongjoong. Yo sólo quiero asegurarme de que todo salga bien para ti.

Cierto. Hongjoong tenía un propósito importante desde que consiguió la oportunidad de asistir a una universidad. Parecía que se había distraído un poco del asunto desde que se le cruzó Song Mingi.

—No tienes que preocuparte. —Al rapado le dedicó algo que hace mucho tiempo no le daba: una sonrisa honesta y agradecida—. No sólo yo voy a conseguir la licencia. San también lo hará. Lo siento, Dohang, pero los dos vamos a superarte en los juegos. Impresionaremos tanto a los embajadores que acapararemos toda la atención y al final decidirán que dos nuevos magos se suman a la corte de Haneul.

Hongjoong sonreía tan amplio y con tan férrea seguridad que parecía como si hubiese robado el poder de un celestial para ver el futuro con sus propios ojos. Su mirada también refulgía con el fuego de un destino que tendría que favorecerlo, porque él no le dejaría otra alternativa.

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora