XLIII ✹

578 101 177
                                    


Las autoridades reabrieron la carretera ese mismo día en la tarde. Hongjoong llegó al edificio de San después de dos autobuses y un taxi. Estuvo tratando de contactarlo desde la mañana, pero San no contestó ni a sus llamadas ni a sus mensajes. Por eso llegó directo a él, desconociendo Wooyoung se le habría adelantado. Necesitaba oír que le había ido bien en la junta. Una cosa tenía que hacer salido bien.

Cuando llegó frente a la puerta tocó dos veces. Prefirió llamar a la puerta pese a que tenía una llave del lugar. San le había dado una copia el mismo día que rentó el piso con el dinero que recibía del reino. Por su condición, San tenía prohibido firmar un contrato laboral de cualquier tipo antes de obtener su licencia. Además, habían confiscado todas las pertenencias de sus padres. Por todo ello le daban dinero de manera mensual, para que el muchacho pudiera subsistir. Su amigo le dijo aquella vez que esas llaves eran su única victoria en contra del sistema.

San abrió solo segundos después.

—San —suspiró Hongjoong al verlo—. Sannie —repitió lanzándose a abrazarlo. Su amigo le correspondió—. Perdóname por no haber estado. Pasaron cosas, todo salió tan mal... —Se apartó para mirarlo a los ojos. Su amigo tenía una bruma en la mirada, un semblante alicaído y torturado—. Pero primero dime cómo te fue. No me digas que mal, San, tienes esa cara...

—Joongie... ven, entra. —San lo guió adentro y cerró la puerta como si tuvieran que esconderse detrás de ella. Hongjoong lo miró moverse con nerviosismo hasta que se recostó a la barra de la pequeña cocina.

—Me estás preocupando, San ¿cómo...?

—En la junta me fue bien. No encontraron nada. Pero hay algo que necesito preguntarte. Varias cosas. —Hongjoong se acercó a él y tomó sus manos. Asintió invitándolo a continuar. San tragó grueso—. La primer... Hongjoong, necesito que me respondas, ¿sí? Mírame: ¿estuviste en el Templo de la Luz?

¿Qué?

El mago palideció. De inmediato soltó las manos de San. ¿Por qué estaban pasando esas cosas de repente? Una tras otra...

—Es cierto —dedujo el mismo San.

—No. ¿Por qué me preguntas eso?

—Hongjoong, te conozco. Ya me lo has confirmado con la cara que has puesto.

El anaranjado aspiró aire despacio. Apoyó las manos en un banco porque de pronto sintió que necesitaba sostén.

—¿Cómo...?

—Siempre me pareció extraño que entraras a medio curso en una escuela tan mediocre, precisamente tú, y estaba claro que no te llevabas bien con tu familia, pero nunca pensé que fuera tan grave. Hongjoong. —San dio un paso hacia el anaranjado—. Sé que necesitas guardar muchas cosas para ti, pero algo tan grave... ¿Por qué acabaste ahí? ¿Cómo saliste?

Hongjoong tenía las pupilas dilatadas. No podía hablar de lo que nunca hablaba. No podía volver a ese lugar ni con el pensamiento. Sentía que su aura perdía forma solo de pensarlo. No era que San no pudiera saberlo, era que él no podía decirlo. No podía.

—San, para...

—No, Hongjoong. Tienes que escucharme, esto va más allá. No te lo estoy preguntando por capricho.

El anaranjado había empezado a hiperventilar. Retrocedió buscando el aire que sentía que le faltaba. Sentía que su magia se acumulaba en la palma de las manos sin que él la llamara.

—Para.

—Tranquilo. Tranquilo, Joongie —San se acercó y atrajo hacia su cuerpo en un abrazo furte—. Está bien. No me digas nada, pero escúchame. ¿Puedes hacer eso?

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora