III ☾

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Iniciado el verano muchos estudiantes abandonaban los dormitorios para volver a sus casas, pero el campus de Yunara no quedaba desierto. Algunos se quedaban en los cursos de verano y otros simplemente escogían permanecer por la razón que fuera. En el caso de Hongjoong, él oscilaría entre la casa de San y los dormitorios, igual que el verano anterior. No gozaba con un amplio abanico de opciones pero tampoco las necesitaba. De hecho, tenía el escenario ideal: por un lado amaba sus veranos con San y por el otro sería capaz de seguir viendo a cierto lobo que por necesidad asistiría a un curso de verano.

Y sus habilidades detectivescas, que para nada tocaban el acoso, iban más lejos que eso.

Hongjoong recordaba claramente cómo el comportamiento de la manada de Yunara cambió drásticamente entre su primer y segundo año de carrera. ¿El motivo? Song Mingi. Cuando el lobo gris llegó los ánimos se crisparon porque Mingi duró un par de meses sin manada. A Hongjoong le dijeron que Yunara nunca antes le había otorgado un plazo tan largo a un licántropo para que encontrara grupo. Durante ese tiempo la tensión entre Mingi y el antiguo alfa fue palpable. La historia exacta sólo deben conocerla los mismos lobos, pero un día de octubre llegó el enfrentamiento del que Mingi saldría victorioso, reclamando el liderazgo. A partir de ese momento el nuevo alfa instauró sus propias tradiciones en la manada, siendo una de ellas bastante curiosa a su parecer: después de una amanecida salvaje como debió serlo la de la noche anterior, los lobos debían reunirse en la mañana siguiente para jugar un amistoso partido de fútbol.

Valga resaltar la palabra "amistoso", porque ahora que los veía jugar desde una distancia segura se sentía agradecido de no pertenecer a la manada, por más que ese llevara siendo su sueño por meses. 

Aquella canchas en la que se encontraban era una de las que ofrecía el campus de Yunara y los licántropos parecían haberla reclamado como propia. Aún con resaca y mal dormidos, los canes se movían con una ferocidad que estremecía, empujándose los unos a los otros, abalanzándose entre ellos, gruñendo si debían y corriendo con piernas poderosas. Chicos y chicas jugaban a la par, sin que ninguno tuviera ventaja sobre otro. Eran tan brutos entre ellos que cabía preguntarse si realmente era un partido amistoso o estaban tratando de matarse. Pero luego reían y acercaban sus cabezas cariñosamente, o se abrazaban y se sobaban de manera primitiva. Hongjoong imaginó orejas y colas azotando el aire.

Eran las 10 de la mañana y el mago no tenía ni la mitad de toda esa energía, pero la suerte estuvo de su lado.

—¡Tú, el mago! —lo llamó una voz única, y la potencia que empleó para hablarle a la distancia lo hizo temblar. Mingi había dejado la cancha para correr en su dirección, pero se detuvo a mitad de camino— ¿La lanzas?

Entonces el mágico comprendió. Juraba por todos los cielos que él solía ser una persona despierta, muy sagaz, pero si le ponían al frente a ese alfa con pantalones cortos y sus musculosos brazos al aire, perlados por el sudor, simplemente perdía todas sus capacidades mentales. Por eso le costó tanto notar que después de que una loba pateara el balón con demasiado ahínco, este había aterrizado a un par de metros de él. Perfectamente habría podido darle en la cabeza y no se habría enterado.

Un momento. Mingi sabía que era un mago. ¿Existía la posibilidad de que supiera antes de su existencia? O de que lo recordara...

Recogió el balón y con toda la valentía que pudo reunir se acercó al lobo sudoroso para entregársela en las manos directamente. Fue cuidadoso, porque no podía asegurar que no empezaría a temblar si rozaba los dedos del lobo. No quería darle la impresión equivocada. Al acercarse de esa manera también se ahorró la vergüenza de ejecutar un pobre lanzamiento debido a los nervios. Cuando el lobo enarcó una ceja supo que su elección lo había confundido.

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora