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La Universidad de Yunara juntaba a todas las razas mágicas de Haneul, sin discriminar. Siempre y cuando estuvieran sujetas al código civil del reino. El discurso inclusivo era, de hecho, por lo que se distinguía tan alabada y al mismo tiempo cuestionada institución educativa. Consecuentemente, Yunara estaba preparada para semejante misión, desde instalaciones espaciosas y propicias hasta una normativa cuidadosa que asegurara la buena convivencia en el campus sin menospreciar ninguna naturaleza mágica.

Mientras que los magos eran el gremio más numeroso los licántropos eran pocos, pero su presencia hacía ruido por ser una raza problemática históricamente. Eran reconocidos por ser fuertes, instintivos y con tendencia al descontrol. Fueron evitados durante muchos siglos y ahora eran incomprendidos. Pero se sabía que tenían sus propias formas de gobernarse desde que apenas unos 60 años atrás empezaron a vivir pacíficamente en las ciudades, junto al resto de las razas. Aquella era historia para otro día. Tal parecía que no había nada mejor que el concepto de grupo de los licántropos para evitar que un lobo se descarrilara. Por eso, todo lobo inscrito en Yunara debía por norma pertenecer a una manada. La universidad no les decía cómo formarlas ni quién debía liderarlas, para esas cosas los licántropos tenían sus propios códigos, pero no permitía la existencia de lobos solitarios en el campus. Cuando un lobo nuevo era admitido, si su deseo era quedarse, tenía tres opciones: unirse a una manada existente, desafiar a un alfa para obtener su puesto o formar su propio grupo.

En la actualidad sólo había una manada de licántropos en Yunara y era demasiado unida como para tener la osadía de intentar persuadir a uno de sus miembros, pues para formar una nueva hacían falta dos como mínimo. Además, del alfa que la lideraba se decían tantas cosas tenebrosas que no daban ganas de retarlo en lo absoluto. Se cuestionaba su moral y sus buenas costumbres pero las peores cosas que se decían sobre él tenían que ver con actos físicos y salvajes. Un rumor decía que en su forma lobuna tenía fauces tan grandes que bastaba un movimiento para arrancarle la cabeza a cualquiera, y que justamente eso era lo que había hecho con el alfa anterior para reclamar el liderazgo. Muchos aseguraban haber testificado su barbárico proceder, pero la única prueba real que existía estaba en internet. Así como de él rondaba por ahí el penoso rap del herbolario, sobre aquel alfa circulaba un cortísimo pero contundente clip en el que con una sola mano recogía la cabeza de un pobre sujeto que yacía moribundo en el suelo. Justo antes de que terminara de estamparla contra la pared, el video se cortaba. No había contexto y las figuras eran borrosas, pero no había duda de que era él.

Hongjoong sabía todo eso y más porque desde el primer momento en el que vio a Song Mingi perdió la cabeza por él. No, no era un descerebrado masoquista ni algo por el estilo. En realidad evitaba cualquier relación tóxica que viniera a socavar el autoestima que tanto le costó construir. Simplemente sucedía que para anhelar a Mingi tenía sus propios motivos. Había sacado sus propias conclusiones y tenía sus propias memorias.

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La noche de la fiesta la manada se sentó unida en un fino juego de sillones. Las personas que antes habían ocupado esos asientos privilegiados les cedieron el lugar ni bien los vieron aparecer, sin que ellos tuvieran que pedirlo. Luego llegaron otras personas que pusieron bebidas en sus manos y les sacaron conversación. Probablemente eran allegados o conocidos.

Él quería hacer exactamente lo mismo: acercarse. Para eso era todo el asunto de la fiesta, para nada más. Pensó que en un ambiente más distendido sería más fácil encontrar una abertura para hablarle, pero ahora que lo tenía a tan pocos pasos no era capaz de pensar en nada. Vio que una chica se le acercó y con soltura envidiable llegó a susurrarle algo al oído. Mingi largó un par de risas enseñando la dentadura y robándole el aliento al pequeño brujo que maldecía el efecto que ese lobo tenía sobre él. Parecía obra del conjuro más malicioso de todos.

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora