XIII ☾

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El camino que recorrieron en la camioneta para llegar no era sino una trocha marcada por el paso constante, en vez de una carretera pavimentada. Si nadie conocedor de la zona te servía de guía, difícilmente encontrarías la pintoresca cabaña en medio del bosque. La estructura fue construída sobre pilotes debido al desnivel, y a simple vista parecía de dos plantas, pero más adelante el mago descubriría que en realidad eran tres. Los recibía un espacioso porche ocupado con asientos disparejos, sillas y sillones diferentes entre sí, con un caos de cobijas y cojines. En uno de esos estaba sentada la melliza que se levantó cuando el motor de la camioneta se apagó.

—¿Y la comida?

—Sácala del maletero. —Seonghwa, que llevaba el pesado grimorio con un solo brazo, le lanzó las llaves a su hermana. Ella las atrapó con una mueca de antipatía. Sin embargo, al dirigir sus ojos hacia el mago trazó una sonrisa con sus bonitos labios.

—Hola, Seongjin. Oh, yo te ayudo a bajar las bolsas —se ofreció Hongjoong cuando ella pasó a su lado tintineando las llaves.

—No, tú entra —decretó con palabras toscas y sin embargo su tono fue suave, gentil incluso. Casi coqueto si le preguntaban al anaranjado. No pudo sino sonreír un poco sonrojado y asentir—. ¡Urika, ven a ayudarme! —bramó la loba inmediatamente después, rompiendo el encanto.

De la puerta principal salió la loba roja como si hubiese estado esperando ese llamado. Se avecinó con pasos de elefante. Antes de que el mago pudiera girar a verla ya la tenía colgada de los hombros. Si no se fue hacia atrás con ella fue porque la misma pelirroja lo sostuvo.

—¡Hongito! ¡Qué alegría verte!

—Es... digo lo mismo, ha sido tanto tiempo... —En realidad se habían visto el día anterior, por lo que la chica soltó una risilla de nena. El mago correspondió como pudo, abrazando su peso hasta que Seongjin tiró de ella.

Entonces el mago pudo fijarse en un detalle que le sacó ancha sonrisa. Ya sobre el porche notó que un rústico letrero de madera custodiaba la entrada. Literalmente, en el tablón estaba tallada la frase "Cabaña Song". Hongjoong apostó a que eso no fue obra de Mingi, ese lobo era presumido pero al mismo tiempo era desinteresado. No lo sabía explicar. Lo que sí es que dicho letrero lucía viejo, con el desgaste de varios años.

Nadie lo invitó, pero el anaranjado asumió que podía entrar. Ni bien hacerlo, a su izquierda se ofrecieron las escaleras que daban al segundo piso. Un fuerte olor a madera invadió su sentido. A su derecha estaba el salón con un juego de sofás de cuero, una pomposa alfombra y mesitas con todo tipo de cosas encima, objetos que pertenecían a diferentes personas: libros, revistas, un cepillo para el pelo, coletas para lo mismo, alguna camiseta colgando del borde, un par de mancuernas, botellas de cerveza, hasta una guitarra en el piso y una bolsa abierta de frituras. Todo frente a una chimenea apagada.

Justo detrás de ese escenario tan caótico y hogareño estaba el comedor, una mesa larga y rectangular con más de diez puestos, y un modesto candelabro encima. A diferencia de los demás muebles, aquella pieza presumía más novedad, hecha de una madera más joven y pulida con trazos más prolijos.

Hongjoong avanzó guiado por la curiosidad. A su izquierda, debajo de las escaleras, se encontró un pasillo que conducía a otras habitaciones y junto a él, la cocina: amplia y aparentemente bien equipada. Una barra americana con exactamente dos banquillos la separaba del comedor. Seonghwa había dejado el libro sobre uno de ellos, pero Hongjoong no le prestó atención todavía. Al final de esa barra estaba otra puerta, esa que daba hacia el porche trasero de la casa. A través de las ventanas, que estaban en todas las paredes iluminando maravillosamente cada instancia, Hongjoong alcanzó a admirar el paisaje montañoso que regalaba la ubicación. Como era verano, la bruma ausente no ocultaba nada. El maguito se asomó por la puerta que también tenía una ventana de cristal. En un extremo de la terraza encontró la escena que le aceleró el corazón.

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora