LXIV ✹

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—Mingi. Mingi. Asiente sí me escuchas. Eso es. Ahora abre los ojos.

—¿Hongjoong?

—Abre los ojos.

El alfa trató de despegar los párpados con todas sus fuerzas, pero no fue capaz. La luz era lo único que se filtraba a través de sus párpados.

—¿Dónde estás? No estás aquí de verdad... no eres él...

El lobo sintió un roce frío en su mano. La caricia fue gélida como lo eran los dedos de Hongjoong, y eso le aceleró el corazón. Aquello frío, fuera lo que fuera, tomó su mano y lo hizo dirigirla hasta su propia boca.

—Tendremos que buscar otra manera. No te preocupes, yo voy a guiarte —dijo el que no era Hongjoong, con la voz de Hongjoong.

—Quiero verte —rogó el alfa.

—Muerde, Mingi.

—¿Por qué?

—Para que ellos puedan seguirte.

Mingi sintió su propio dedo entre los labios. Se abrió la piel con los carnívoros. No le dolió. Entonces, aquel de manos heladas dirigió su dedo herido hacia la luz, hacia el sol.

—Así —dijo la voz—. Así, sol de soles.

—Hongjoong...



☾☾☾☾

—¿Me están vacilando? No me jodan. ¡Suban ya mismo o los muelo a patadas! —espetó Vasil mientras señalaba la camioneta de Yunho.

Ya había pasado la media hora que se habían prometido entre todos. Wooyoung y San fueron los últimos en llegar. Aparte de los alaridos de Vasil, lo primero que notaron fue que el coche de Seonghwa ya no estaba. Había desaparecido junto a su conductor. Con un vistazo más detallado se dieron cuenta de que Sora, Isabella y Yunho tampoco se encontraban presentes.

—Inténtalo, gilipollas —masculló Jongho.

El cobrizo, desafiante de los pies a la cabeza, enfrentaba a un Vasil rojo de la cólera.

—¿Crees que no soy capaz? —Vasil dio dos pasos hacia Jongho hasta que la diferencia de estaturas fue más que evidente— ¿Tanto se te ha subido a la cabeza todo el numerito? No creo que te hayas olvidado de todo el tiempo que pasaste debajo de mí.

Entonces el color vivo de la ira contagió a Jongho y sus colmillos se afilaron mientras gruñía agresivo y gutural. No retrocedió. Instintivamente, Wooyoung dejó el lado de San y fue a secundarlo. Se interpuso entre los dos también haciendo gala de su carnívora dentadura. El resto, los omegas, también se mantuvieron vigilantes, preparados para atacar. Urika fue avanzó, cogió a Jongho del cuello y lo apartó de un tirón.

—Te está provocando —le dijo buscando sus ojos—. No lo escuches. Tiene el hechizo de Hongjoong, no puede tocarnos un pelo.

—¡Joder! —espetó Vasil haciendo un aspaviento con los brazos— ¿Ustedes creen que yo me puedo partir en dos? ¡¿Están fumados o qué?! Se los voy a decir desde ya: yo no estoy dispuesto a morir por ustedes.

Pese a lo mucho que San odiaba que las miradas se tornaran hacia él, se animó a intervenir porque no tenían tiempo que perder:

—¿Puedo preguntar qué está pasando aquí?

Seongjin descruzó los brazos. La melliza parecía más entera que antes. O al menos ya no necesitaba que nadie la ayudara a estar en pie. Fue ella quien contestó:

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora