XXXVI ☽

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Sus cuerpos casi no se movían. En cambio, sus labios no paraban de bailar y sus lenguas de rozarse. Abrían y cerraban sus bocas, besándose hasta con la cara interna de sus labios. Hongjoong, quien tenía más libertad de movimiento por estar encima, balanceaba el mentón hacia adelante y hacia atrás, decidiendo cada vez si atrapar el labio superior o el inferior. Y siempre alternaba porque no tenía favorito. Le gustaba todo de Mingi, y es lobo se lo permitía todo. Seguro podía sentir su desesperación.

El alfa lo tenía muy sujeto, abrazándolo contra él. Sobaba su espalda y sus costados por debajo de la ropa. A veces apretaba un muslo o marcaba los dedos en sus nalgas, pero siempre volvía a quemar con caricias que seguían el camino de su columna y se hundían en su baja espalda, ahí donde más se sentía el pequeño y ondeante movimiento que Hongjoong había comenzado. Era tan mínimo lo que se movía que al mismo tiempo era demasiado el detalle con el que sentía como su interior frotaba y apretaba la polla de Mingi presa en sus adentros. Y llevaban un rato así. Desde que el alfa forzó un bruto sentón para penetrarlo en un sólo movimiento, bloqueó sus caderas para impedirle el movimiento. Lo único que los dos sentían era el lento y corto ondear del mago.

Era una tortura. Mingi lo estaba forzando a ser consciente a cada segundo del beso, de lo bien conectados que estaban. Vagamente se preguntó cómo llegaron tan lejos si minutos antes se encontraban hablando de no verse más. Seguían en el bosque, la espalda del alfa contra el olmo y él sobre su regazo, con el culo al aire, los pantalones atascados en los inicios de sus piernas y las rodillas llenas de tierra. Es verdad que fue él quien empezó a besar a Mingi como si de eso dependiera su vida, pero fue el plateado quien primero soltó de la nada, y en su momento más vulnerable, un:

«También me llamas "Min" cuando follamos.»

Incluso fue Mingi quien se sacó un condón del bolsillo.

Aunque eso fue después de que Hongjoong le abriera los pantalones.

Concluía que había sido culpa de los dos y que ahora estaban desafiando al destino juntos, ¿verdad? Sólo por una noche más.

Y como si Mingi hubiera intuido que sus pensamientos se estaban desviando del rico momento, lo asió por las nalgas y dio un firme envite hacia arriba. Un azote que sintió bien adentro y que hizo que su boca vibrara contra el desordenado beso. Lo necesitaba con cada fibra. Empezó a saltar con la mirada anclada en los azules. Mingi apretó su culo y se encargó de marcar aún más los movimientos, robándose el ritmo de ese pegado vaivén. El lobo trataba de no gruñir y Hongjoong de no lloriquear. Se mordían los labios, se volvían a besar. Todo porque si ellos desde ahí podían escuchar la música de la fiesta, ¿quién aseguraba que la fiesta no podría escucharlos a ellos?

—Ah, joder. Agárrate —dijo el alfa de repente, con un sonido tan cavernoso que Hongjoong se estremeció. Le pasó un brazo por la espalda y con el otro lo afianzó por el culo cuando. Se levantó con él así, todavía hundido en su interior. La sacudida le arrancó un gemido descuidado. Mingi se burló de eso con una sonrisa silenciosa y los giró para que quien acabara con la espalda contra el tronco fuera el mago. Quedó en el aire, abrazado a Mingi de brazos y piernas, y con las firmes manos ajenas todavía apretando sus nalgas, entre la madera y su piel. Con la nueva libertad de sus caderas, Mingi lo folló como quiso. Duro y corto, pero de repente más lento y con largas estocadas, y luego duro otra vez.

—M-Min... —lloriqueó en medio de un repetitivo y débil "ah, ah, ah".

—¿"Min"? ¿Sientes que estás problemas ahora, mago? —la voz cavernosa del lobo raspó su oreja. En ese momento Mingi lo penetró despacio y marcado. Una, dos, tres veces. Hongjoong largó un gemido y asintió con prisa. Mingi paró los envites y sólo se besaron. Grande fue la sorpresa de ambos cuando el mago se estremeció entero contra la otra boca, ahogando ahí un chillido vergonzoso.

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora